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EDITORIAL

El poder en la sombra de Susana Díaz

Sánchez no ha aclarado qué quiere hacer con el PSOE, pero sobre todo con España.

La aclamación de Pedro Sánchez como nuevo secretario general del PSOE dice bien poco de los verdaderos resortes del poder socialista y, menos aún, sobre quién va a estar manejando esos mecanismos al menos en el futuro inmediato. Susana Díaz, la responsable de auparlo al frente del socialismo español, tiene mucho que decir en todas las decisiones que tome el PSOE en estos próximos meses, alguna de las cuales van a ser cruciales no sólo para ese partido sino para el conjunto de España.

La presidenta andaluza ha sabido jugar muy bien sus bazas para seguir guiando al PSOE sin que los militantes ni sus dirigentes puedan acusarla de exceso de protagonismo. Díaz ha presidido el Congreso que ha aclamado a Pedro Sánchez y ha puesto a una de sus fieles en un puesto de la mayor relevancia institucional pero sin responsabilidades ejecutivas. De esta manera Sánchez ha podido rodearse de las personas de su máxima confianza para la gestión diaria del partido, pero sin poder zafarse de la sombra de la presidenta andaluza desde la presidencia del partido. La consecuencia es que una de las medidas con las que Sánchez mostró su pleno acuerdo, la convocatoria de primarias el próximo mes de noviembre contra la opinión firme de Susana Díaz, ha desaparecido de su discurso más allá de alguna referencia enigmática en el terreno de la mera posibilidad. Ese va a ser el argumento definitivo para testar si el nuevo secretario general socialista piensa dirigir el partido según su criterio o, por el contrario, hará lo posible para no enfadar a la presidenta andaluza, a la cual le debe el éxito de su candidatura refrendada ayer en loor de multitud.

Sea como fuere, lo cierto es que el congreso extraordinario del PSOE celebrado este fin de semana ha estado ayuno de ideas dentro de la tónica general de los socialistas desde el baño de realidad que Zapatero recibió en mayo de 2010. El primer discurso de Pedro Sánchez ha estado lleno de alusiones a la mecánica interna del partido que piensa poner en marcha, pero sin argumentos que permitan a los votantes dirimir qué quiere hacer el nuevo líder socialista con el PSOE, pero sobre todo con España. Es esta indefinición permanente del PSOE la que está alimentando a las formaciones de extrema izquierda, cuya máxima esperanza para imponerse en los próximos comicios se basa precisamente en que los socialistas permanezcan en el estado comatoso actual. Tutelado o sin fielatos, España necesita un partido socialdemócrata homologable con sus pares europeos que ponga coto a la deriva totalitaria de una parte de la izquierda, hoy por hoy la principal amenaza para la estabilidad de España y la libertad de todos los españoles.

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