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EDITORIAL

El PSOE no puede

Zapatero y compañía destruyeron todo lo que había para no sustituirlo por nada más allá de un feroz sectarismo.

Si tras las elecciones europeas la situación en el PSOE ya era grave, el rumbo tomado por partido fundado por Pablo Iglesias puede llevarle a desaparecer tras la emergencia de otro Pablo Iglesias, en lo que sería una de las mayores ironías políticas de nuestra historia.

Lo cierto es que no es una situación nueva: el vaciamiento ideológico y ético del partido viene siendo norma desde que se decidió defender el crimen de Estado sin tener siquiera la gallardía de asumirlo, y no ha hecho sino agudizarse desde que Zapatero y compañía destruyeron todo lo que había para no sustituirlo por nada más allá de un feroz sectarismo.

Ahora, el PSOE se enfrenta a una amenaza grave porque ha encontrado en Podemos la horma de su viejo zapato ideológico: alguien que sabe ser todavía más demagógico y sectario que los socialistas pero que además lo hace mejor y, sobre todo, resulta más convincente como antisistema que un partido que lleva casi 40 años siendo uno de los baluartes del sistema.

A esto hay que añadir un estupefaciente proceso de selección inversa que ha llevado a los puestos más destacados del partido a personajes sin ninguna relevancia ideológica, con escasísima talla intelectual y completamente ayunos de capacidad y liderazgo.

Así, cuando más necesitaría el PSOE de líderes valiosos que lo saquen del marasmo, se encuentra con unos candidatos a la Secretaría General que en lugar de apostar por una socialdemocracia moderna y europea se pelean por ser hijos putativos del Pablo Iglesias moderno, además de bisnietos del antiguo.

Y si mal están los que se presentan, qué decir de los que, después de toda una vida presumiendo de sus sacrificios por el partido, al llegar el momento en el que sí se podían jugar la carrera para sacar el PSOE adelante prefieren quedarse al calor de una alcaldía o una presidencia autonómica.

Por no quedar, en el PSOE –o en el PSC, que vive otro proceso de autodestrucción– no ha quedado ni un mínimo de valentía, todo lo más una temeridad que hace creer a los madinas, los sotillos o los icetas de turno que son los salvadores del PSOE y hasta de la España en que no creen. Qué espectáculo bochornoso.

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