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EDITORIAL

Pedro Sánchez preside; gobierna Pablo Iglesias

Ya no es que el PSOE no esté moderando a Podemos, sino que los comunistas están radicalizando a un PSOE que por otra parte se está dejando radicalizar con entusiasmo.

No hay en España quien propague políticas más contraproducentes para la creación de empleo y el crecimiento económico que el líder de la extrema izquierda Pablo Iglesias, defensor confeso de regímenes tan empobrecedores –además de liberticidas– como los que asuelan Cuba y Venezuela. Por otra parte, se puede decir con la misma seguridad que no hay político en España menos indicado para hacer frente al desafío separatista catalán que el propio Pablo Iglesias, defensor confeso de la impunidad de los golpistas y del mal llamado 'derecho de autodeterminación'. Al punto de que Pedro Sánchez, cuando creía que podía mantenerse en el poder sin el apoyo del taimado comunista, llegó a confesar que, por esa precisa razón, no podría "dormir tranquilo" si lo tuviera empotrado en el Gobierno.

Pues bien, el papel de Iglesias en el Ejecutivo de Sánchez no sólo no ha quedado diluido por la existencia de tres vicepresidencias más, sino que el cabecilla de la facción comunista del Consejo de Ministros está adquiriendo un gran protagonismo en asuntos tan importantes como la consecución de los apoyos parlamentarios suficientes para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado y cortejar a unos separatistas empeñados en seguir adelante con la voladura de la unidad de España y de su orden constitucional.

Así, si el lunes la portavoz del PSOE, Adriana Lastra, anunciaba la incorporación de Iglesias a la ominosa mesa de negociación con los golpistas, que ha de reunirse antes de que acabe el mes, este martes la portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, ha comunicado el retraso de la presentación de los Presupuestos a la espera de que el mediador Iglesias recabe el apoyo de ERC.

Por mucho que Montero asegure que Iglesias seguirá "las directrices marcadas por el presidente", lo cierto es que es el capo comunista el que está marcando la agenda del Gobierno tanto en el ámbito económico como en la cuestión catalana. No hay más que ver el cambio de discurso de Sánchez, que ha pasado de querer detener a Puigdemont, penalizar los referéndums ilegales y aplicar el artículo 155 en Cataluña a dar interlocución y prometer mayor financiación al condenado Quim Torra, que incomprensible e indignantemente sigue detentando la Presidencia de la Generalidad. Por lo que hace a la economía, hasta la supuestamente ortodoxa vicepresidenta Calviño ha asumido las tesis de Podemos y tenido la desfachatez de asegurar que el Pacto de Estabilidad "no es útil para España".

Otro tanto se podría decir de la actitud del Gobierno ante el criminal régimen de Nicolás Maduro o de sus reiteradas amenazas a la libertad de expresión, plasmadas estos días en la pretensión de tipificar como delito la apología del franquismo.

Definitivamente, ya no es que el PSOE no esté moderando a Podemos, sino que los comunistas están radicalizando a un PSOE que por otra parte se está dejando radicalizar con entusiasmo. Estamos, sí, ante un Gobierno comunista presidido por un socialista sin escrúpulos capaz de cualquier cosa con tal de seguir en el Poder. Los perspectivas son, pues, estremecedoras.

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