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EDITORIAL

¡Vivan las caenas!

Los separatistas vascos también están crecidos. Lógico. Lo extraño sería lo contrario.

Más de cien mil personas han participado este domingo en una "cadena humana" entre el País Vasco y Navarra para reclamar el "derecho a decidir", eufemismo del derecho de autodeterminación que, a su vez, sólo esconde la voluntad de romper España y el agonizante régimen de libertades de la Constitución del 1978. En Libertad Digital hace tiempo que advertimos de que la gravísima situación que se vive en Cataluña, ya con fecha y pregunta fijadas para el referéndum ilegal, se iba a reproducir paso por paso en el País Vasco y Navarra. El ¡vivan las caenas! del 11 de septiembre pasado en Cataluña, resonó este domingo a lo largo de las tres provincias vascas. No deja de ser curiosa la fascinación por las cadenas como símbolo de la España reaccionaria, la de los caciques, que odia profundamente a la Nación liberal de ciudadanos libres e iguales. Desde el XIX hasta este mismo domingo. Algunos parecen esperar la vuelta del inefable Fernando VII y no la llegada de Felipe VI.

Los separatistas vascos están crecidos. Lógico. Lo extraño sería lo contrario. Han vito como el desafío golpista planteado por Artur Mas no sólo no le ha supuesto ningún coste, sino que el Gobierno le ha dado la financiación necesaria para mantener su régimen liberticida en una Cataluña en quiebra. Han visto como los dos grandes partidos están dispuestos a reformar la Constitución para dar todavía más dinero a Mas, con tal de salvar así sus cotas de poder y chiringuitos asociados. Han visto como el mantra de la "derrota de ETA" no es más que la rendición del Estado de Derecho frente a la banda terrotrsta, con sus matones en las instituciones y sus asesinos, desde Bolinaga a Inés del Río están en la calle. Han visto como el actual presidente del Gobierno decidió en 2008 que el PP huyese políticamente del País Vasco, con la defenestración de María Sangil y borrando cualquier rasgo de lo que había sido el PP vasco hasta entonces.

Según los organizadores en la cadena humana han participado unas 100.000 personas. Conviene recordar que en el año 2001, Mayor Oreja obtuvo 326.000 votos y, trece años después, en las últimas elecciones europeas el PP logró sólo 77.000 votos.

El desafío separatista en el País Vasco y Cataluña es el principal y complicadísimo reto que deberá afrontar el nuevo Rey cuando sea proclamado. Pero también puede ser su oportunidad. Si hay algo claro en este oscuro panorama es que este PP y este PSOE ni quieren ni pueden asumir el liderazgo que la nación española necesita. Está por ver que el todavía Príncipe tenga el carácter y la capacidad necesarias, pero si rompe con la complacencia, cuando no simpatía, que demostró su padre con los enemigos de la Nación, ya habremos dado un primer paso en la buena dirección.

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