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Emilio Campmany

Macron a diestro y siniestro

Si Le Pen logra pasar a la segunda vuelta, la lucha será apasionante y cruenta.

Si Le Pen logra pasar a la segunda vuelta, la lucha será apasionante y cruenta.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron. | Europa Press

Dentro de tres meses son las presidenciales francesas. El sistema a doble vuelta, inventado para favorecer a los moderados, casi le garantiza a Macron la victoria. Pero no es descabellado que Marine Le Pen venza. Claro que para eso tendrá que pasar a la segunda vuelta. Para impedírselo le han inventado a su derecha un candidato, Eric Zemmour, que podría quitarle votos bastantes como para lograr que quien pase a la segunda vuelta no sea Le Pen sino la candidata de la derecha moderada. La izquierda, fragmentada y hundida, no tiene hoy por hoy ninguna posibilidad de meter a ninguno de sus muchos aspirantes en el segundo round. Así que lo normal es que Macron acabe enfrentándose a Le Pen. A diferencia de la anterior, donde Le Pen tenía garantizado el pase a la segunda vuelta y también la derrota en ella, en esta ocasión no le será fácil pasar; pero, si lo hace, tendrá una razonable oportunidad de ganar.

Ante todo, Reagrupamiento Nacional se ha moderado. Se ha sacudido algunos tics xenófobos y sus candidatos con responsabilidades de gestión gobiernan con notable eficacia. Luego, es sabido que al partido que fundara Jean-Marie Le Pen le votan muchos viejos electores de izquierda desencantados con las nuevas políticas identitarias de socialistas y comunistas. Cuenta además con los votantes de extrema derecha, que quizá en primera vuelta se decidan por Zemmour pero que en segunda lo harán por Le Pen. Y ahora podría tener también buena parte del voto de la derecha moderada, unos electores que en las elecciones anteriores se inclinaron por Macron y a los que el veleta presidente francés ha defraudado.

En estas condiciones, ante una posible segunda vuelta contra Le Pen, Macron necesita todos los votos que pueda reunir. Por eso en su discurso en el Parlamento Europeo de este miércoles ha hecho guiños a diestro y siniestro. Para contentar a la izquierda, ha propuesto incorporar a la Carta de Derechos Fundamentales de Europa el derecho (sic) al aborto. Este es un asunto atractivo para toda la izquierda, la identitaria y la que no lo es, pero tiene un problema muy grave, que es una tontería. Dice Macron que es una forma de profundizar en el Estado de Derecho. Parece mentira que un brillante enarca no tenga ni idea de lo que es el Estado de Derecho, aunque en su descargo puede decirse que en Europa se viene empleando esta expresión como eufemismo para referirse a un supuesto conjunto de valores europeos. Pero, aun así, el aborto no es un derecho y, en el absurdo supuesto de que lo fuera, lo que de ninguna manera puede ser es "fundamental".

Y para contentar a la derecha moderada Macron ha asumido como propia la visión geopolítica gaullista de contrarrestar el poder norteamericano aproximándose a Rusia. El fruto concreto de esta conversión al gaullismo ha sido declararse estar más abierto al diálogo con Putin de lo que lo está Estados Unidos. No sé si funcionará este engañabobos para atraer a los conservadores moderados franceses. Lo que importa es que Macron, para ganar el próximo abril, se cree obligado a declarar como propias tantas ideologías como para llenar un Parlamento. Es prueba evidente de que no las tiene todas consigo. Si Le Pen logra pasar a la segunda vuelta, la lucha será apasionante y cruenta.

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