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Emilio Campmany

Violencia y resultado

A nadie se le escapa que en algunas partes de Cataluña hoy hace falta tener madera de héroe para votar a PP, Cs o Vox.

A nadie se le escapa que en algunas partes de Cataluña hoy hace falta tener madera de héroe para votar a PP, Cs o Vox.
EFE

El PSOE suele vanagloriarse de ser el único partido con presencia en toda España. Sin embargo, este resultado es fruto de haber aplaudido y respaldado las reaccionarias políticas de los partidos nacionalistas allí donde los hay, no sólo en el País Vasco y en Navarra, también en Baleares y en Valencia. Todo eso le permite desde luego al PSOE estar presente en todas partes, pero a la vez lo llena de contradicciones que, aunque el electorado que le queda todavía le perdona, no se sabe por cuánto tiempo durará tanta indulgencia. ¿Cómo pueden los socialistas de Castilla-La Mancha respaldar al partido que pacta con Bildu? ¿Cómo pueden los de Andalucía ser compadres de quienes vedan el acceso a la función pública a los españoles que no hablen la otra lengua oficial en algunos territorios? ¿Cómo pueden los de Extremadura seguir votando a quienes compadrean con quienes declararon la independencia de Cataluña?

Las incoherencias son cada vez más graves y difíciles de ocultar. Esta campaña electoral es buena prueba de ello. El PSOE, que disolvió las Cortes un minuto después de haber aceptado una intermediación en el supuesto conflicto entre España y Cataluña, se presenta como el más sensato defensor de la nación, pretende reinventar el delito de convocatoria ilegal de referéndum y marca distancias con Podemos por su disposición a negociar con los independentistas. La verdad, sin embargo, es que el PSOE está tanto o más dispuesto a negociar y de forma mucho más rastrera y genuflexa por imposición del PSC, un partido tan nacionalista como pueda serlo la Esquerra, de la que sólo se diferencia en que donde ésta se impacienta, aquél sabe esperar. Todo el mundo sabe que, cuando se cierren las urnas, si Sánchez consigue ser investido, la negociación con ERC se retomará. Y el proceso, debidamente reconducido a un modo que permita a los españoles mirar hacia otro lado, se reiniciará, salvo que Torra y Puigdemont se nieguen a quedarse fuera y con sus acciones violentas fuercen un 155 o similar.

La falta de libertad que padece Cataluña desde hace tiempo está hoy aderezada con la violencia de los CDR. Este conjunto de circunstancias hará que los abultados resultados que obtengan los partidos mayoritarios allí, ERC y PSC, sean ilegítimos. A nadie se le escapa que en algunas partes de Cataluña hoy hace falta tener madera de héroe para votar a cualquiera de los tres partidos que, juntos, podrían aguarles la fiesta a republicanos y socialistas. Los resultados del PSC podrían además llegar a ser decisivos para que el PSOE logre ser el partido más votado en las elecciones del 10-N, haciendo en consecuencia que esa victoria sea en conjunto igualmente ilegítima. Esto hará que Sánchez dependa todavía más del PSC, mientras engaña a sus correligionarios del resto de España vendiendo lo muy español que el PSOE sigue siendo. El futuro no puede presentarse más incierto e inseguro.

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