Le llamaste xenófobo, le llamaste racista.
Fuiste tú, Pedro Sánchez. Y tenías razón.
Pero ahora lo llamas para una entrevista,
y lo acoges solícito, con respeto y unción.
Y es que el Torra, sin duda, te ha pillado el tranquillo.
Te ha pintado la cara. Se ha mofado de ti.
Te has tragado la foto con lacito amarillo,
y le has puesto caritas de tolondro y gilí.
Te ha traído dos libros a manera de ofrenda,
y un licor sospechoso (treinta grados de alcohol).
Y ha dejado muy claro, para aquel que lo entienda,
que se cisca mil veces en el pueblo español.
Que se cisca en los Códigos, que se cisca en las Normas,
que se cisca en las Leyes y en la Constitución.
Y que guarda muy poco, muy poquito, las formas
pues él tiene el propósito de romper la nación.
Pero tú, Pedro Sánchez, si mi olfato no engaña,
tragarás los ultrajes con fingido placer,
porque estás dispuestísimo a vendernos España
mientras Torra te ayude a afianzar el poder.