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18 DE JUNIO

A propósito de una manifestación

El Foro Español de la Familia, que es una organización civil, bajo el lema La familia sí importa, ha convocado una manifestación para el sábado 18 de junio. La razón de fondo que hay para la misma es la problemática del pseudomatrimonio de personas del mismo sexo.

El Foro Español de la Familia, que es una organización civil, bajo el lema La familia sí importa, ha convocado una manifestación para el sábado 18 de junio. La razón de fondo que hay para la misma es la problemática del pseudomatrimonio de personas del mismo sexo.
Mensajes de la manifestación
Por desgracia, el tema se encuentra polarizado en el mal sentido de la palabra, ya que en todo debate hay polos, pues se trata del encuentro de posturas distintas sobre una cuestión, pero hay polarizaciones extremas en las que las posturas diversas, en vez de entrar en diálogo en busca de la verdad, al menos una de ellas prescinde de otras opiniones e intenta imponerse. En la problemática que nos ocupa, la situación es ésta por dos razones principales. Por un lado, a pesar de la gravedad del asunto, no ha habido un debate sereno y profundo sobre la cuestión y así, sin información bastante ni toma en consideración de la opinión de una gran parte de la sociedad, que coincide con lo que siempre y en todas las culturas y sociedades se ha vivido, se nos ha precipitado por una pendiente que traerá unas consecuencias, cuando menos, impredecibles, lo cual es propio o de imprudentes o de frívolos. Por otro lado, ha ocurrido una de las cosas más perniciosas que pueden suceder en una democracia y es plantear la cuestión apelando a las emociones –"mirar a los ojos…"–, en vez de a las razones, y dividiendo a la sociedad en buenos y malos.
 
Estos dos defectos de planteamiento nos sitúan en el torbellino succionador de la demagogia. La falta de debate trae consigo la oscuridad y la confusión. Efectivamente, no hay interés en clarificar, en el tema de la homosexualidad, los planos ontológico, axiológico, moral y jurídico. Leyendo, uno se da cuenta de que buen número de intelectuales y opinantes no saben distinguir lo uno de lo otro, para ellos todo aparece indiferenciado en un magma discursivo. Si a nuestra sociedad le importaran los homosexuales, buscaríamos denodadamente la verdad, pues solamente desde ella se puede encontrar el bien para ellos y para todos. Pero preferimos situarnos en una confusión adobada con patentes de bondad y maldad. Por ello, se hace sumamente difícil un discurso que matice su respuesta en cada uno de los planos del problema y así, públicamente, el que afirma la dignidad de un homosexual como persona tiene que decir sí en lo demás y quien en el plano jurídico, por ejemplo, niega que pueda haber matrimonio entre personas del mismo sexo, automáticamente se le dice que niega la dignidad de unas personas. En esta tesitura de polarización impuesta y no buscada, cualquier medida que se tome estará, casi siempre, considerada como un acto de radicalización de la sociedad: este es un riesgo que corre esta manifestación. Por eso, es menester una constante reivindicación para que como sociedad busquemos la verdad, pues importan la familia y los homosexuales.
 
El cristianismo no distingue propiamente entre ámbitos sagrados y profanos, lo cual no quiere decir que no tenga templos, sino que todo lugar es ocasión de encuentro con Dios, todo espacio es ámbito de religiosidad. Pero la vivencia de la fe en cada sitio tiene su modo propio de ser vivida. En la asamblea litúrgica, el creyente no puede actuar como ciudadano, pero, en el ágora pública, la forma que tiene el cristiano de vivir su fe es siendo ciudadano. Como tal tiene que vivir unos valores comunes a todos los cristianos y que además han sido la matriz de occidente. Los medios para fomentarlos o, llegado el momento, defenderlos tendrán que ser siempre lícitos, pero la oportunidad de elegir unos u otros será perfectamente opinable, su elección siempre respetable y, según el caso, secundable. No coincido del todo con Santayana en aquello de que "los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla", yo diría que los pueblos que no cambian la manera de actuar que los llevó al fracaso están condenados a repetirlo. Deberíamos mirar a nuestro pasado reciente sin falsificaciones históricas, tan frecuentes en nuestro tiempo, para renegar de los modos que nos llevaron a la última guerra civil y adoptar maneras generadoras de convivencia y constructoras del bien común.
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