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Javier Somalo

Contra Sánchez y contra el olvido

El olvido selectivo, de políticos y prensa, siempre ha sido arma contra los ciudadanos.Con él se han pasado las páginas más graves de nuestra Historia

Juan Pablo Polvorinos recordó este viernes en Es Noticia uno de esos sonidos que dejan un molestísimo eco, casi ensordecedor.

Fue el 3 de marzo de 2015, en Pradilla del Ebro, Zaragoza. Pedro Sánchez iba en chubasquero y, pese a ese sol cegador de finales de invierno, no lucía sus gafas Falcon. Un mes antes ya había fulminado a Tomás Gómez como secretario general del PSOE en Madrid y aún le quedaba por hacer la ruta de la venganza para volver al partido como líder, o lo que sea. Sí, la tesis no andaba tan lejos.

Pues de tal guisa, con aspecto de joven emprendedor ganadero pero sin asomo de sus preocupaciones reales y diarias, el bisoño Sánchez se dirigió al entonces presidente del Gobierno: "Qué coño tiene que pasar en este país para que Rajoy salga de La Moncloa y pise el barro"

Lo cierto es que pasaron muchas cosas desde entonces y Rajoy salió de La Moncloa, sin mediar elecciones, dejando el puesto al indignado del chubasquero. Y si pisar el barro es una alegoría del trabajo comprometido, del esfuerzo desinteresado, lo cierto es que ninguno de los dos lo ha hecho. Otra cosa es el chapoteo en el fango, lugar mucho más concurrido en la política. En todo caso, no le habrá gustado al presidente-sin urnas el recuerdo de su voz, algo más inocente entonces, reclamando a su antecesor que saliera del escondrijo, diese la cara y gobernara.

Hoy, casi tres años después de aquella airada demanda, a Pedro Sánchez le persiguen demasiados asuntos que requieren aclaración pública y buena parte de ellos bastan por sí solos para exigir su dimisión.

Pero el olvido selectivo –de los políticos y de la prensa– siempre ha sido arma contra los ciudadanos. Con él se han pasado las páginas más graves de nuestra Historia bajo la excusa de seguir avanzando hacia un abismo común sin respuestas. Es lo que permite no volver sobre jalones como el 23-F, el 11-M o el caso Faisán pero, en cambio, deja tiempo para desenterrar a Franco. El olvido es el primer poder que se adquiere al llegar al Gobierno, es un Ministerio sin sede ni cartera contra el que sólo cabe el continuo recuerdo.

No podemos olvidar la estafa de la tesis, todavía sin aclarar por sus autores y demasiado clara para cualquiera. No podemos olvidar que si en cien días no han salido cuatro ministros por escándalos es porque detrás –más bien, antes– tendría que salir también su jefe. Y, aunque sea a golpe de filtración, no debemos olvidar lo escuchado en torno a la ministra de Justicia, Dolores Delgado, porque, más allá de lo tabernario, quizá explique, de una vez por todas, el papel de las cloacas del Estado en los últimos años. Por muy deprisa que sucedan los escándalos, no debemos olvidarnos de ellos por mera acumulación, víctimas de un conocimiento inútil que hoy merecería un epílogo atónito de Jean François Revel.

El presidente Sánchez no comparece en público y con prensa pero su portavoz afea a los periodistas sus aviesas y "condenatorias" preguntas de los viernes. Maite Loureiro, de nuevo desde esRadio, se lo recordó a Isabel Celáa este viernes –qué mal día, el viernes– provocando en la ministra una mezcla de ira, impotencia y cortocircuito que llegó a bloquearle la mandíbula oficial.

"La libertad de expresión es bastión y columna de la democracia", dijo. Tanto defiende este gobierno la libertad de expresión que su presidente ha optado por no expresarse. Y digo yo, ¿qué coño tiene que pasar en España (este país) para que Sánchez salga de La Moncloa y deje de pisar el barro?

Como la debilidad que rodea al presidente-no elegido le impide escribir en el BOE, Sánchez ha optado por dirigirse a los españoles a través de su Twitter, que será el TOE, herramienta que debería estar vedada a un presidente del Gobierno si no es para felicitar a un deportista o cosa similar, y ni eso. ¿Se desata una crisis inédita por un interminable golpe de Estado en Cataluña y tras un intento de asalto a una sede de la Generalidad alentado públicamente por su presidente con posterior mensaje de amenaza políticamente impune? La reacción del Gobierno de España llega por el TOE:

La respuesta es clara, no hay que esperar a noviembre. Autogobierno y convivencia. No independencia. No aceptamos ultimátums. Entre la quiebra de la legalidad y el 155 perpetuo, el Gobierno mantiene la determinación de continuar con el diálogo y la ley.

No hay comparecencia pública en estas palabras así que tengo derecho a imaginar al presidente del Gobierno tecleándolas en pijama, ni siquiera con el chubasquero de 2015, y entre bostezos. Ya ni plasma, ¡con la de quejas que suscitaba aquel otro presidente 2D! Más olvido.

Pero otro sonido, este más lejano y ajeno, rompe cada noche el silencio en los aposentos de La Moncloa: "Los españoles se merecen un gobierno que no les mienta". Fue pronunciado por su predecesor, Alfredo Pérez Rubalcaba, en la noche aciaga del 13 de marzo de 2004, con los cadáveres del 11-M aún sin contar pero con demasiadas mentiras ya acumuladas.

Pues no, al menos en esta casa, no olvidamos. Y prometemos no olvidar al presidente cuando se vaya del sitio al que llegó sin ser elegido.

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