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Jesús Fernández Úbeda

Vox se aúpa sobre Meloni

Su triunfo le ha sentado a los chicos de Abascal como a Popeye un bote de espinacas. El PP anda suscrito a la frialdad de las siglas económicas.

Su triunfo le ha sentado a los chicos de Abascal como a Popeye un bote de espinacas. El PP anda suscrito a la frialdad de las siglas económicas.
Varios diputados de Vox, durante el pleno celebrado este miércoles en el Congreso de los Diputados. | EFE

La sesión de control de este miércoles se exhibía árida y reseca, como el cauce del Cigüela en agosto, con mucha pregunta sobre el IRPF, el IVA y derivados. El PP, apoltronado en la supuesta inercia que les conduce a la Moncloa sin transbordos –eso ya se verá–, anda suscrito a la frialdad de las siglas económicas. Que sí, que la cosa pinta muy mal, mas es bien sabido, como me explicó el neurocientífico Mariano Sigman, que "las ideas están contagiadas de pasiones, y al revés", y el discurso de los genoveses ni calienta, ni envalentona ni reconforta. Los funcionarios de ventanilla atienden con más brío. Pocas diferencias hubo en las intervenciones de Carlos Rojas, Diego Gago o Jaime de Olano. Las vicepresidentas Calviño y Ribera se los ventilaron sin despeinarse. Manipulando, con medias verdades, desde su mundo… lo que quieran, pero sin despeinarse.

Espinosa de los Monteros repitió la analogía futbolística de la semana pasada –que si el "fuera de juego", que si la "clasificación de la tabla"; ¿estará opositando para tertuliano de El Chiringuito?– y tildó a la titular de la cartera de Economía de "ideológicamente radical": "Ustedes son un desastre, pero hay una esperanza: se van a ir muy pronto. Afortunadamente, tanto en España como en Europa, es la hora de los patriotas". Lo mismo le dijo su compañero de filas, José María Figaredo, a la ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. El diputado por Asturias pidió someter a referéndum la política energética del Gobierno: "Consulte a los españoles si quieren a Greta Thunberg, la Agenda 2030 o sus chaladuras climáticas, o si quieren sentido común". Ribera remitió a las urnas; el de Vox, a Andalucía y a Castilla y León.

Y a Italia, claro. El triunfo de Giorgia Meloni le ha sentado a los chicos de Abascal como a Popeye un bote de espinacas. Inés Cañizares acusó a Irene Montero de hacer una "apología en toda regla de la pedofilia" –"Todos los niños, las niñas, les niñes de este país tienen derecho a conocer su propio cuerpo, a saber que ningún adulto puede tocar su cuerpo si ellos no quieren, y que eso es una forma de violencia. Tienen derecho a conocer que pueden amar o tener relaciones sexuales con quien les dé la gana, basadas, eso sí, en el consentimiento", fue el textual de la ministra de Igualdad– y le preguntó si, "por la gravedad de sus palabras", va a dimitir. "No", respondió su interlocutora. La voxera continuó exponiendo que, "con sus declaraciones", entiende que Podemos se oponga a investigar los escándalos sexuales con menores, criticó el modelo de sociedad "que deshumaniza al individuo y humaniza al animal" y agregó que Montero "convierte sus problemas personales en asuntos de Estado y legisla a golpe de trauma". En su réplica, la ministra de Igualdad dijo sentirse avergonzada por tal intervención e instó a preguntarse qué hay que hacer "para que los niños no se conviertan de mayores en agresores", por eso de que están inmersos en una "cultura de la violación", o algo así.

Además, Bildu llevó a cámara la serie Salvar al Rey y Arrimadas, aprovechando que el Pisuerga pasa por los dominios de Garabito y Peláez, se refirió a la dimisión de José Manuel Pérez Tornero como presidente de RTVE en una pregunta sobre las hipotecas. Cocina fusión, que se dice.

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