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NBA

José Manuel Puertas

Larga vida al rey Lebron

LeBron James ha jugado seis finales consecutivas de la mejor liga del mundo, logrando que prácticamente hoy día sea inconcebible una final en la que él no esté, con todo lo que eso significa.

LeBron James ha jugado seis finales consecutivas de la mejor liga del mundo, logrando que prácticamente hoy día sea inconcebible una final en la que él no esté, con todo lo que eso significa.

Hay momentos en la carrera de los mejores deportistas de la historia en los que éstos trascienden definitivamente al nivel que sólo unos cuantos elegidos ocupan en los libros de oro del deporte. Las finales NBA 2016 serán ya, para siempre, la entrada en el Olimpo del baloncesto de LeBron James, un tipo sobre el que, pese a la evidencia de su enorme nivel sobre la cancha, siempre hubo dudas. Que si su arrogancia, que si sus problemas en el tiro, que si su egoísmo, que si las finales perdidas… Pero lo que ha hecho el elegido (The chosen one) en esta serie ante los Warriors ha sido, sencillamente, una de las mayores exhibiciones que nunca se hayan visto en el universo baloncesto.

El de Akron no sólo ha llevado en volandas, junto a un maravilloso Kyrie Irving, a los Cavaliers a remontar, por primera vez en la historia, un 1-3 en la eliminatoria por el anillo. No sólo ha liderado la final en los cinco principales apartados estadísticos (puntos, rebotes, asistencias, tapones y robos de balón), lo nunca visto antes. No sólo ha dado una exhibición de carácter cuando más lo necesitó su equipo, sino que ha vuelto a demostrar que, a día de hoy, no hay jugador con mayor influencia en este juego. Quizá no sea el mejor anotador puro del mundo, galardón que podría recaer en Kevin Durant o un Stephen Curry que sale malparado de esta serie, pero es una obviedad elemental que no existe ser humano capaz de hacer más cosas en una cancha. LeBron ha sabido anotar cuando lo necesitaban los suyos, como en los inolvidables 41 puntos del quinto partido, decidir mejores opciones en momentos oportunos, como ceder la responsabilidad a Irving en el triple decisivo del séptimo, pero igualmente ha sido sin discusión el líder defensivo de los de Ohio, cuyo trabajo en la pista trasera cercenó a la mayor maquinaria ofensiva del momento, estos inolvidables Golden State Warriors del 72-9. Su tapón a Andre Iguodala a poco más de un minuto del final queda ya para siempre como una de las mejores jugadas de la historia. En un 2x1 franco de Curry y el ex de los Sixers, la exuberancia de LeBron apareció de la nada para poner un tapón tan decisivo como intimidatorio a unos Warriors a los que se les cerró el aro en los últimos cuatro minutos.

No siempre destacó James por su verbo fácil, o mejor dicho, acertado. De ahí quizá que sea un tipo que cae mal. Sin embargo, sus lágrimas sinceras en la cancha del Oracle Arena nada más concluir el séptimo envite, le redimieron con muchos aficionados. "Volví por una razón, y esa es traer el campeonato a la ciudad de Cleveland", fueron sus primeras palabras ante el micrófono de Doris Burke, compungido como pocas veces se le vio, entre sollozos, al vencer con el nombre de una ciudad maldita, que llevaba más de medio siglo sin ganar ningún título en ninguna de las ligas mayores estadounidenses. "He puesto el corazón, las sangre, la piel, las lágrimas, para conseguirlo", concluyó. Por su cabeza pasarían en ese momento tantas críticas, tanto odio generado, tanta camiseta quemada con su nombre en su marcha de los Cavs a Miami... Sin embargo, alcanzar un anillo, histórico por su desenlace, parece haberlas borrado de un plumazo, aunque sin duda se mantienen en su interior.

LeBron James ha jugado seis finales consecutivas de la mejor liga del mundo, logrando que prácticamente hoy día sea inconcebible una final en la que él no esté, con todo lo que eso significa. Sumar un tercer anillo a su alucinante palmarés, seguramente además el más complejo de todos, lo encumbra como uno de los más grandes de este bendito juego, sin discusión posible el mejor de la última década. Ya no queda duda posible. Larga vida al Rey LeBron.

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