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EL MALDITO

Jean Genet

A los 20 años de la muerte de Genet, pocas revistas y suplementos literarios dejan pasar esta conmemoración de la industria cultural para pasar revista a la obra de un autor maldito. Quiso ser maldito. Se vendió siempre como maldito. Quiso hacer un pacto con el diablo para terminar con Dios.

A los 20 años de la muerte de Genet, pocas revistas y suplementos literarios dejan pasar esta conmemoración de la industria cultural para pasar revista a la obra de un autor maldito. Quiso ser maldito. Se vendió siempre como maldito. Quiso hacer un pacto con el diablo para terminar con Dios.
Alberto Giacometti: JEAN GENET (detalle).
Imposible. Fracasó. ¿Qué queda de la obra de Genet para aquí y ahora? Tanta sombras como luces. Influido por la pintura negra de Goya y los esperpentos de Valle-Inclán, nunca consiguió ser rotundo, único, entre los maestros de la crueldad del siglo XX. Le quedó holgado, demasiado holgado, El ángel exterminador de Buñuel. El tenebrismo español sólo lo rozó.
 
En la tradición de la estética del espanto y el horror, la obra de Genet aún se deja querer como una manera de alcanzar la humanidad a través del retrato de la inhumanidad. Más provocadora que real, la literatura de Genet rara vez alcanza el concepto de maldad de un Bataille ni la seducción fatal de Las flores del mal de Baudelaire. Al lado de la de William Blake, su poesía resulta menor. De todos modos, la singularidad de la maldición cantada por Genet es que todo lo incluye, negativamente, en el orden que viola.
 
Todo en el autor galo es evidentemente ficticio, quizá simbólico, pero nada es real; por eso para dar peligrosidad a su impostura gestual tuvo que ir a la provocación, o sea, al elogio del robo y la traición y al culto de los criminales.
 
Sartre.Más aún: su pacto con el diablo quiere ser definitivo. Imposible. ¿Por qué no lo consigue? Porque Genet, malgré lui, está marcado por el cristianismo –negativo, pero cristianismo; la seña del pecado original es su homosexualidad–. Quiso hacer del Ángel Caído, del demonio, una figura paradigmática, un arquetipo, para dar la vuelta a los valores de la sociedad burguesa, pero sólo consiguió un nihilismo incompleto. Autor de culto, quiso tener lectores, pero sólo consiguió mirones. Genet hizo del lamento de su infancia, primero, y de su homosexualidad, después, dos pequeños santuarios de su literatura.
 
Sartre le dedicó un estudio donde le comparaba con Santa Teresa de Jesús. Gran equivocación. No sólo porque Sartre no había leído a Santa Teresa, sino porque para Genet palabras como "Satanás" y "Dios" son palabras de significados nebulosos, mitos y, a veces, ideas; pero para Santa Teresa eran realidades encarnadas. La experiencia de la española es genuina, real y llena de vida. Lo otro es fingimiento. Sartre se equivocó, una vez más, con Genet.
 
La obra narrativa, poética y ensayística de Genet está bien recogida en español. Ya en tiempos de Franco era leído e incluso representado su teatro. ¡Curioso! Escribió una obra dura contra el franquismo, El balcón, que tiene como protagonistas a tres alegorías: La Sangre, las Lágrimas y el Esperma. A pesar de la crítica acerada de Genet a la Iglesia, el Ejército y la sociedad cristiana española, su obra maestra, Las criadas, fue estrenada en Madrid en el año 1962; desde entonces nunca dejó de representarse y leerse a Genet en España. Paradojas de la cultura y de la vida política.
 
Genet no fue tan duro como a él le hubiera gustado. Autor deglutido, perfectamente, por sus adversarios más feroces. Genet también es prescindible. Pero si rescatar la humanidad aún es plausible a través del retrato de la inhumanidad, entonces leamos a Genet. Algunas de sus obras se mantienen erguidas, o sea, sobreviven a la inhumanidad narrada.
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