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RAMOS VERSUS HUNTINGTON

Más sobre los hispanos en EEUU

La semana pasada reseñamos el libro de Jorge Ramos La ola latina. Pese a la supuesta imparcialidad que el autor prometía en su prólogo, apuntamos someramente el sesgo de su libro en contra de la derecha norteamericana. Vale la pena ahondar algo más en esa cuestión, a fin de comparar después las tesis de Ramos sobre los hispanos con las que un año antes sostuvo Samuel P. Huntington en su libro ¿Quiénes somos?, objeto de feroces y devastadoras críticas en España e Hispanoamérica.

La semana pasada reseñamos el libro de Jorge Ramos La ola latina. Pese a la supuesta imparcialidad que el autor prometía en su prólogo, apuntamos someramente el sesgo de su libro en contra de la derecha norteamericana. Vale la pena ahondar algo más en esa cuestión, a fin de comparar después las tesis de Ramos sobre los hispanos con las que un año antes sostuvo Samuel P. Huntington en su libro ¿Quiénes somos?, objeto de feroces y devastadoras críticas en España e Hispanoamérica.
Samuel P. Huntington.
Señala Ramos que los hispanos están transformando la política en Estados Unidos. Podría ser así, aunque no del modo que su autor quisiera, o sea votando unánimemente por las izquierdas alojadas en el seno del Partido Demócrata. El voto hispano en las dos últimas elecciones presidenciales ayudó a que George W. Bush fuera elegido presidente: en 2000, con el voto cubanoamericano en Florida; en 2004, con el mexicanoamericano en Colorado, Nevada, Arizona y Nuevo México.
 
La imparcialidad ideológica que promete Ramos en el prólogo no se corresponde con lo que se lee en el libro, salpicado de posicionamientos y comentarios en contra de la derecha norteamericana. Parece como si el autor estuviera todavía reaccionando ante la realidad de que fueron los mismos hispanos quienes dieron la presidencia a Bush, del considerable aumento del electorado hispano favorable al ideario de los valores de la derecha liberal y conservadora. En este libro –como en las columnas de prensa de Ramos– resulta más que obvia la antipatía por el Partido Republicano.
 
Basta comprobarlo en las referencias que incluye subliminalmente en su ensayo y que hace pasar como verdades absolutas. Así ocurre, por ejemplo, cuando se esgrimen las razones para ir a la Guerra de Irak como falsas, cuando se machaca sobre la inexistencia de las armas de destrucción masiva en Irak porque no han aparecido, cuando se niega la vinculación de Sadam Husein con Al Qaeda o cuando se cita parcialmente el informe del Comité de Inteligencia del Senado sobre los atentados del 11-S.
 
Michael Moore.Es la misma parcialidad que desvela la admiración de Ramos por un personaje como Michael Moore, su alabanza a un enemigo declarado de Bush como Carlos Fuentes o el reproche que hace a la prensa de Estados Unidos "porque no hizo las preguntas duras, incómodas, al Gobierno del presidente Bush" (pág 27). Lo mismo puede decirse de su idea de que la mayoría de los estadounidenses votaron a Bush-Cheney incitados por el miedo y de otras afirmaciones parecidas que recorren las páginas de este ensayo bajo capa de equilibrio ideológico.
 
Porque un ensayo serio sobre los hispanos no requeriría de la inclusión de frases pronunciadas por Bush en español incorrecto y con errores gramaticales. Pero Ramos se retrata ideológicamente al explicar la pobreza en Hispanoamérica como resultado de la liberalización de mercados: "El triste resultado de dos décadas de apertura de mercados, privatizaciones y globalización es el aumento en el número de pobres en varios países latinoamericanos" (pág. 88). Y lo mismo cuando asegura –obviando realidades como las de Cuba, Venezuela o Bolivia– que los movimientos izquierdistas en Hispanoamérica son "light" porque "no están cargados de refranes marxistas, no promueven la lucha de clases ni proponen que los trabajadores tomen el poder por la fuerza" (pág. 201).
 
En línea con la palabrería de las izquierdas, Ramos no explica nunca suficientemente cuestiones de importancia para los hispanos. Al tratar de la voluntad del pueblo norteamericano de hacer del inglés la lengua oficial de su país trae a colación algunas propuestas de eliminación de la educación bilingüe, y define todo ello como formas de rechazo a lo hispano como grupo étnico. En un revuelto teórico, Ramos mezcla a su antojo autores tan distintos como Octavio Paz, Carlos Fuentes y José Vasconcelos.
 
La discriminación contra los hispanos en Estados Unidos la ejemplifica en que éste es el único grupo no representado proporcionalmente en la fuerza laboral del Gobierno. El problema radica en que Ramos no cuenta ni por asomo las objeciones que las izquierdas del Partido Demócrata –al que él apoya disimuladamente– vienen poniendo a Bush para aceptarle su deseo de incluir a hispanos en puestos importantes: baste recordar las objeciones y el boicot a los nombramientos del juez hispano Miguel Estrada y del fiscal general del Estado, el mexicanoamericano Alberto González.
 
Por eso, de tan sectarias premisas, la hipótesis del libro es bastante cuestionable: que el cambio más dramático que está viviendo Estados Unidos no tiene nada que ver con la guerra contra el terrorismo o con la economía, sino con la revolución demográfica impulsada por los hispanos. Y de ahí la tesis de Ramos, más dudosa aún, de que "Estados Unidos será una nación hispana" gracias a una suerte de "reconquista" cultural (pág. 235).
 
Por éstas y otras razones el libro de Ramos viene a dar la razón a algunas de las ideas de Samuel P. Huntington en ¿Quiénes somos?. Porque, aun sin ser Ramos un periodista de los más radicales, ni siquiera él puede dejar de esconder esas fórmulas tan propias de las izquierdas más antinorteamericanas que aparecen disfrazadas en el seno de Estados Unidos a través de grupos activistas promovidos por el anticapitalismo y el rechazo a lo anglosajón.
 
Detalle de la portada de una edición en inglés de ¿QUIÉNES SOMOS?La realidad de esos grupos y de las falsificadas ideas de "reconquista" son justamente las que llevaron a Huntington a prevenirnos de una amenaza real para la convivencia en Estados Unidos. Una lectura cuidadosa de ¿Quiénes somos? corrobora que, al igual que ocurrió ya con su aviso cumplido sobre el choque de las civilizaciones, Huntington no está tan descaminado al plantear la situación de los hispanos en Estados Unidos. Pero mientras el profesor de Harvard lo hace desde las bases del respeto a los valores fundacionales y constituyentes de la nación norteamericana, el periodista Ramos lo hace desde el sensacionalismo populista y desde una visión mitificada de una supuesta "reconquista" hispana.
 
Al comparar con seriedad entendemos mejor que las tesis de Huntington no son gratuitas, sino que están apoyadas en un aparato teórico mucho más profundo que el de Ramos. Vemos que las páginas de Huntington no son –como se ha escrito– fantasías de un hombre blanco y protestante, ni tampoco avisos racistas, ni prejuicios de la cultura "wasp" contra los hispanos, ni integrismo blanco, ni nada de lo que los intelectuales de la progresía han dicho de su libro, al que han calificado de panfletario. Vale remitir al lector a las descalificaciones que sufrió la obra en España e Hispanoamérica.
 
La realidad es que hace falta vivir como español, como hispano (y también como "gachupín") en la comunidad hispana de Estados Unidos para entender el desconocimiento que de la realidad de este país tienen la inmensa mayoría de los que en su día vilipendiaron a Huntington y esgrimieron feroces reseñas contra su libro desde la comodidad de la vieja metrópolis o desde algún cargo gubernamental de ultramar. Las ideas de Huntington son muy sostenibles y no inventan una amenaza fantasma. Porque existen varios rasgos culturales hispanos que son inicialmente incompatibles con la forma de vida anglonorteamericana. Pero el mensaje de Huntington apunta a la integración, a la mezcla, jamás a la escisión o la separación.
 
Es así que el libro de Ramos viene a dar involuntariamente la razón a las sospechas de Huntington y corrobora un hecho incuestionable que éste intuyó con claridad: si los hispanos –como cualquier otro grupo de emigrantes– quieren avanzar en Estados Unidos necesitarán integrarse en la cultura norteamericana, conservando su cultura y sus costumbres pero participando de una nación fundada y pensada sobre los principios y valores de la democracia liberal de los Padres Fundadores. En ese marco no caben utopías ni viejos sueños de reconquistas, tampoco rencores históricos contra los Estados Unidos.
 
El libro de Huntington nos muestra que el triunfo de los hispanos en Estados Unidos es el que cada uno sepa y logre obtener en función de su valía, y no de su pertenencia a un grupo étnico concreto. En todos los casos, la prosperidad y el logro de la felicidad personal y familiar radica en la libertad que proporciona la Constitución de los Estados Unidos: justo el documento que escribieron y firmaron esos anglos, cristianos y blancos hace ya más de dos siglos. Gracias a ella hay muchos hispanos, como Ramos, que han podido triunfar y prosperar, también en español.
 
 
Samuel P. Huntington, ¿Quiénes somos? Los desafíos a la identidad nacional estadounidense, Barcelona, Paidós, 2004, 488 páginas.
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