Menú
Pablo Molina

Creyentes pero no practicantes

La mayor parte de los asistentes a la liturgia celebrada por Su Goricidad acude en taxi a pesar de que al otro lado de la calle hay una estación del metro y varias paradas de autobús. Además, ni siquiera le piden al taxista que apague el aire.

El progre calentólogo tiene tres rasgos distintivos. Es abundante, como las plagas de topillos, cree realmente que está salvando el planeta y, finalmente, por alguna extraña razón, no se considera obligado a llevar a la práctica las medidas restrictivas que quiere imponer al resto de la humanidad.

En este video que está dando la vuelta al mundo se interpela a los asistentes a una conferencia del líder máximo de la Venerable Iglesia de la Calentología sobre la forma en que ponen en práctica los mandatos del Vicario de Gaia en la Tierra. Por ejemplo, en la publicidad del acto se invita a todos los fieles a que utilicen la tracción animal (es decir, que vayan a pie o en bicicleta) o que, en su defecto, usen los medios de transporte público para sus desplazamientos. Hacer largas caminatas y seguir una dieta baja en judías y coliflor son medidas necesarias para disminuir la concentración atmosférica de gases de efecto invernadero y, de esa forma, impedir que los océanos acaben arrasando nuestras ciudades a corto plazo. Pero los calentólogos de base no hacen ni lo uno ni, por extensión, suponemos que "lo otro".

Como se ve en el vídeo, la mayor parte de los asistentes a la liturgia celebrada por Su Goricidad acude en taxi a pesar de que al otro lado de la calle hay una estación del metro y varias paradas de autobús. Además, ni siquiera le piden al taxista que apague el aire acondicionado para frenar el calentamiento global, en favor de su propio enfriamiento personal.

Por su parte, la Sagrada Familia tampoco se presentó pedaleando en una bicicleta tipo tandem, sino a bordo de una limusina, acompañada a su vez de un cortejo de vehículos de gran cilindrada que permaneció con el motor en marcha y el aire acondicionado conectado el tiempo suficiente para evitar que Tipper Gore (no confundir con Tupper Ware) sufriera los rigores del calentamiento global profetizado por su churri.

Como siempre ha ocurrido con la izquierda a lo largo de la Historia, el coste de su ingeniería social siempre lo pagan los demás. También Gore y su legión de calentólogos se han autofabricado un salvoconducto que les mantiene al margen del flagelo moral que aplican al resto de congéneres. Ellos están luchando por salvar a la humanidad, por lo que el uso habitual del jet privado y el consumo masivo de fuel en su vida cotidiana lo consideran un peaje aceptable. Tengámoslo en cuenta la próxima vez que dudemos entre ir al super en coche o a pie.

En Sociedad

    0
    comentarios