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Pablo Molina

Cuatro, La Sexta y la apertura de la veda del diputado del PP

La maldad de los peperos es como el valor de los soldados cuando hacíamos la mili, algo que se da por sentado.

La maldad de los peperos es como el valor de los soldados cuando hacíamos la mili, algo que se da por sentado.

Los diputados del Partido Popular están comenzando a experimentar en sus carnes las políticas progresistas que la izquierda callejera suele implementar cuando los suyos no están en el poder. Estos días son los miembros y miembras de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca los que, a imagen y semejanza de los comités de defensa de la revolución de la tiranía cubana, se están dedicando a perseguir a los diputados del PP que, presuntamente, van a votar en contra de la iniciativa legislativa popular contra los desahucios presentada en el Congreso.

En realidad no saben cuál va a ser la decisión final de las Cortes, ni el sentido del voto de los distintos grupos políticos, porque, de hecho, es un asunto sujeto al siempre proceloso devenir parlamentario. Pero eso da igual. La maldad de los peperos es como el valor de los soldados cuando hacíamos la mili, algo que se da por sentado. En realidad son peor que malos; son fascistas, que es como la izquierda sin alfabetizar define a cualquiera que discrepe de sus disparates ideológicos. Y contra un fascista vale todo. Por eso los progresistas deslegitiman el derecho de estos diputados a votar en el Parlamento lo que estimen oportuno. Ya que la izquierda les concede participar en el proceso democrático, al menos que no lo perviertan oponiéndose a los dogmas proclamados por los nuevos clérigos en su lucha por el socialismo. Y como estos superdemócratas son los campeones del humor involuntario, han elaborado incluso un manual para sistematizar la cacería y prevenir disidencias, en el que detallan en qué va a consistir la agresión a los derechos del diputado pepero que pillen por banda. Luego añaden una coda en la que advierten de que ellos rechazan "cualquier agresión verbal o física", para que, si a un integrante de estos piquetes totalitarios se le escapa un día una bofetada, puedan decir que es un caso aislado porque la izquierda callejera, como todo el mundo sabe, es el copón de pacifista.

Y en esto que llegan las cadenas de televisión de mucho progreso a dar cuenta de las legítimas protestas del proletariado contra los diputados declarados enemigos del pueblo. Oigan, qué maravilla. Qué dechado de ecuanimidad, ponderación, imparcialidad y mesura en el tratamiento de estas noticias sin tomar partido por unos u otros. Como debe ser. Los noticiarios de Cuatro y La Sexta están dando estos días una clase magistral de equidistancia sobre una polémica ante la que se niegan a tomar partido, porque en una situación en la que de un lado hay una manada de progres coceando la puerta de la vivienda de un diputado y del otro unos niños aterrorizados, vaya usted a saber quién tiene la razón. Hombre, algunos sí tenemos una noción muy clara de a quién hay que defender en situaciones así, pero como estas cadenas son precisamente las preferidas por los diputados acosados, según su propia confesión, ¿quiénes somos nosotros para impedirles este disfrute? 

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