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Pablo Planas

La derrota del niño de Canet

Sí, ministro Bolaños, Cataluña después de los indultos es un lugar mucho más habitable, pero para quienes acosaron al niño de Canet.

Sí, ministro Bolaños, Cataluña después de los indultos es un lugar mucho más habitable, pero para quienes acosaron al niño de Canet.
Félix Bolaños con Miquel Iceta | EFE

El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, no sólo piensa que los indultos a los golpistas son legales, sino que afirma campanudo que su concesión ha contribuido a que Cataluña sea "un lugar más habitable". Lo dijo este miércoles en los pasillos del Congreso. "Sirvieron para una finalidad mayor, que es conseguir superar aquella tensión insoportable que se vivía en Cataluña, que se vivía también en el resto de España", abundó.

Tiene su parte de razón. Cataluña es un lugar más habitable para los de siempre y el ambiente era insoportable para los demás, entre otras razones, porque el presidente de la Generalidad, entonces Quim Torra, se reunía con miembros de los Comités de Defensa de la República (CDR) y les conminaba a "apretar". Es decir, que el representante ordinario del Estado en Cataluña compadreaba con los miembros de una organización dedicada a cortar carreteras y asaltar el aeropuerto de El Prat. Y sí, eso era bastante insoportable para los ciudadanos contrarios al independentismo, quienes tras la breve aplicación del artículo 155 de la Constitución volvían a ver sus derechos pisoteados por colegas y subordinados de quienes desde una cárcel catalana gobernada por los suyos hacían ostentación de poder.

A Bolaños se le entiende perfectamente y no es difícil inferir que aquellos indultos formaban parte del precio pagado a los separatistas para que Pedro Sánchez resida en la Moncloa. Por lo demás, ni hubo arrepentimiento ni mucho menos propósito de enmienda. Los encarcelados agarraron la medida de gracia al vuelo después de haberse rasgado las camisas diciendo que el Gobierno se podía meter los indultos por donde amargan los pepinos.

Por la misma regla de tres de la habitabilidad y la distensión acaba el PSC de encabezar la revuelta del separatismo contra una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) que indica que el 25% de las clases en las enseñanza obligatoria en Cataluña se deben impartir en español. El fallo ha sublevado a las fuerzas vivas del separatismo, que ven peligrar el sistema de adoctrinamiento que rige en Cataluña desde hace cuarenta años. Aducen que el catalán está en peligro y que la inmersión lingüística es el mejor sistema pedagógico del mundo y de la historia. Por eso no se aplica en ningún otro lugar y por eso los hijos de los prebostes que dicen que la inmersión es lo mejor llevan a sus hijos a colegios privados donde no se aplica ni por asomo. Pero si hasta el consejero de Educación ha escolarizado a sus hijas en un centro privado ajeno a los particulares métodos educativos de eso que llaman escola catalana.

Y como de lo que se trata es de que los independentistas estén contentos, al PSC le ha parecido que la mejor manera de contribuir al apaciguamiento es que el independentismo continúe pasándose las leyes y las sentencias por el arco del triunfo. Así es que sin reparo alguno se ha puesto al frente de la última prueba de fuerza de los golpistas contra los jueces.

Las personas que llevan décadas tratando de que se respete el derecho de sus hijos a una educación al menos bilingüe están convencidas de que la Generalidad tendrá que acatar y cumplir el fallo. No cuentan con el factor socialista, la propensión de los representantes de esa formación a traicionar a sus propios votantes con toda esa basura retórica de que el español es un idioma de colonos pobres y el catalán, en cambio, la lengua propia de Cataluña. Ni tampoco incluían en sus cálculos que el Gobierno de Sánchez fuera a actuar como si el asunto no fuera de su competencia. Claro que esas personas no son políticos, sino ciudadanos que luchan por sus derechos y que piensan que en un país normal las leyes están para cumplirlas y las sentencias, para acatarlas.

La escola catalana es la principal estructura de Estado de la Generalidad, a mucha distancia de los medios públicos y de los Mossos d'Esquadra, entre otros pilares al servicio del separatismo. A simple vista, la introducción de un 25% de español en las escuelas no debería suponer un gran perjuicio para los procesos de adoctrinamiento. Fueron muchos los dirigentes independentistas que dijeron incluso que ojalá el 25% se aplicara en todas las escuelas porque en realidad el porcentaje de uso del español era mucho más elevado, mientras que el catalán estaba en alarmante retroceso.

Demandar coherencia al separatismo es de esa clase de esfuerzos abocados a la melancolía. La lengua es lo de menos. Las escuelas son suyas y han hecho siempre lo que han querido con ellas y en ellas. El fallo del 25% les parece una "injerencia judicial" y fin del debate. Necesitan un par de generaciones más de votantes tipo Rufián, depurado ejemplo de las consecuencias pedagógicas y morales de esa escola catalana, para culminar el Proceso. Revertirlo implicaría obligar a la Generalidad a cumplir las sentencias. Sería un hecho totalmente inédito. Y sí, ministro Bolaños, Cataluña después de los indultos es un lugar mucho más habitable, pero para quienes acosaron al niño de Canet.

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