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Pedro de Tena

Andaluces, Cataluña y la encubridora Susana

¿Qué harán los andaluces afincados en Cataluña y sus hijos y nietos?

Según un estudio publicado por la Junta de Andalucía a final de la década de los 80, casi dos millones y medio de andaluces tuvieron que abandonar su hogar para emigrar a otras partes, de Europa y de España. El número aceptado entonces de emigrados andaluces ascendía a 2.271.851 de los que sólo 407.000 se establecieron en el extranjero. 1.864.851 fijaron su residencia en otras regiones de España. La mitad de estos se dirigió a Cataluña (957.000) y el resto sobre todo a Madrid y a Valencia. Frente a quienes imaginan que fue el franquismo el causante de este daño, recordemos que hacia 1930 ya había 70.000 andaluces sólo en Barcelona y que la preferencia del Estado por el desarrollo catalán y vasco y la insensibilidad de las élites tradicionales condenó a los andaluces a esta vergonzante procesión. Actualmente, puede decirse que alrededor del 20 por ciento de la población catalana es andaluz o hijos de andaluces. Su decisión sobre el futuro de Cataluña va a ser, junto con la de extremeños, castellanomanchegos, murcianos y otros, capital para la España constitucional y democrática.

Además de algunos insultos impropios proferidos por Pujol, Mas, Laporta, Durán y Lleida –siempre con la boca pequeña porque los votos en juego eran muchos–, la actitud de la oligarquía política-empresarial nacionalista catalana fue la de aprovechar una mano de obra barata que pasaba de la miseria y el campo al barrio obrero y a la ciudad. Durante años, se dio por supuesto que era el PSOE el que se nutría de estos votos, en principio, españolistas. Pero luego vinieron los hijos, el Barça, la corrupción de las elites civiles andaluzas y la masiva inserción lingüística a la fuerza como métodos de catalanización de la "novena" región andaluza. El PSOE fue corresponsable de la dominación cultural catalanista y usó a estos andaluces como mano de obra politica. Finalmente, casi demolidos como personas con raíces y abducidos por sus dominadores, han visto que el socialismo español se suicidaba, o era ajusticiado por Zapatero, apoyando el proceso del referendum y el derecho a decidir que excluye a los españoles, esto es a sus familias andaluzas de origen, entre otras, de ese mismo derecho. El socialismo como tal ha llegado a su fin en Cataluña y se hunde en España.

Y en esto llega ella. Mi compañero José Luis Roldán, la ha calificado de "encubridora" y la ha clavado a la etiqueta. Es el papel principal de Susana Díaz en esta gran farsa organizada desde el PSOE andaluz. En la tierra, encubre a los perpetradores de los ERE, a los altos directivos de la Junta implicados en ayudas fraudulentas a empresas "amigas" y a los corruptos dirigentes de la UGT, a los que ni siquiera se les abierto expediente sancionador por el uso de las subvenciones, responsabilidad de la Junta que preside Susana Díaz.

En el resto de España, Susana Díaz aparece como el antídoto publicitario de las políticas del PSOE que permitieron la anulación cultural de los andaluces y acentuaron su dependencia del nacionalismo. Es decir, está dedicada a encubrir en el resto de España y especialmente en Cataluña, lo que su partido ha permitido hacer allí desde 1982 y, muy especialmente, desde la locura amontillada de Zapatero. Y añado, con el silencio espeluznante de buena parte del PP y sus razones de Estado que tampoco hicieron lo que debieron en Cataluña. ¿Qué harán los andaluces afincados en Cataluña y sus hijos y nietos? ¿Se levantarán indignados en defensa de su condición de españoles y ciudadanos o preferirán el papel de los cipayos al servicio de sus colonizadores? Cualquiera sabe. Todo ha llegado demasiado lejos.

En España

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