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Pedro de Tena

España, la catarsis que viene y el PP

El Partido Popular puede encabezar la catarsis general que ya se anuncia como inevitable o ser arrollado por ella.

La diabólica combinación de los problemas históricos sin resolver, desde la agresividad creciente de los nacionalismos separatistas al descrédito de las instituciones –incluidas la Corona, la Justicia y las Administraciones Públicas–, pasando por la corrupción generalizada, no sólo de la política, y la ruina de la educación –por destacar sólo algunos– nos va conduciendo lentamente a la catarsis colectiva. No es la consecuencia de la tragedia, sino la liberación de ella. Aristóteles la consideraba, como todos los psicólogos posteriores, una purificación necesaria tras haberse hecho uno consciente de sus "bajas pasiones" al convertirlas en espectáculo. En el gran teatro español, los actores, representantes de los diferentes poderes reales, nos han dado una sobredosis sistemática y persistente de comportamientos hostiles a la moral de todo régimen democrático decente. Y el público, los ciudadanos, conoce perfectamente que la conducta desviada de sus elites refleja asimismo la suya propia. España se ha convertido en una farsa democrática y los españoles señalan con sus dedos a los políticos y demás gerifaltes, cuando todos sabemos que de tener diez mandamientos –nos gusten o no– hemos pasado a no tener ninguno, ni por arriba ni por abajo. Que así se acaba con el Estado y se alienta a las mafias de índole varia lo sabemos todos. 

La última escandalera, bien dolorosa por cierto, se refiere al Partido Popular, a su extesorero y a algunas afirmaciones, convertidas ya en armas de descalificación masiva por la izquierda más corrupta de Europa, sobre dineros negros y sobres sucios. Especialmente doloroso es este asunto en Andalucía, donde desde hace muchos años, y aún hoy, el Partido Popular es la única esperanza de un cambio que reconduzca y reforme un régimen socialista hipercorrupto e ineficaz y lleve hacia una sociedad próspera, democrática y con preponderancia de lo civil sobre lo político y lo partidista. Los partidarios del cambio en Andalucía, que no tenemos otra opción más que el Partido Popular como instrumento político de tal cambio y que hemos batallado duramente por ello desde hace muchos años, nos hemos quedado anonadados, aturdidos, y sabemos la tormenta propagandística que nos aguarda por parte de una izquierda catedrática en inmoralidades diversas, desde el caso Guerra al latrocinio de los ERE pasando por Chaves y familia. A partir de ahora, el PP, hasta ahora apenas afectado por la corrupción en Andalucía, será arrollado por el tsunami Bárcenas y los media afinesdesde Canal Sur a la prensa local controlada, achinchetarán las conciencias individuales con el meme PP = sinvergüenzas (además de franquistas)que ya se escucha en las majadas hacia los oteros.

Ante el progresivo acercamiento de una catarsis nacional cuya dirección es incierta, el Partido Popular tiene que convertirse en motor y catalizador del impulso catártico. Dado el lamentable aspecto de la oposición y su tentación totalitaria, así como la debilidad de otros actores alternativos, ello no será posible más que dando un ejemplo histórico que inicie el camino de una reforma democrática en profundidad. Caiga quien caiga y caiga lo que caiga. El Partido Popular puede encabezar la catarsis general que ya se anuncia como inevitable o ser arrollado por ella si su reforma es obstruida por políticos pusilánimes incapaces de detectar el deber y la grandeza. Es España, la nación y su Estado democrático, lo que estará en juego. 

(¿Y Andalucía? Si no se hace lo que hay que hacer, seguiremos en este infierno de paro y régimen, pero con la esperanza perdida durante generaciones).

En España

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