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Andalucía

Pedro de Tena

El 'Lobo' de Quéntar y la abuelita roja de Triana

El movimiento de Hervías tiene más repercusión de lo que muchos creen.

El movimiento de Hervías tiene más repercusión de lo que muchos creen.
Fran Hervías, el último fichaje del PP. | Europa Press

Quéntar es un pueblecito de la vega oriental de Granada donde Ciudadanos ¡ganó! las elecciones municipales de 2019. Allí nacieron los padres de Fran Hervías, cerca de donde se conserva un búnker de la guerra civil y justo donde se fabricaban las escalas de cuerda con las que se querían asaltar los muros de La Alhambra en 1492. Luego se fueron a Cataluña, a un cuartel de la Guardia Civil, y allí nació el lobezno.

Lo de El Lobo vino después cuando tuvo que afilarse las uñas tras ser nombrado secretario de Organización de Ciudadanos y consiguió estructurar un partido político con opciones de cogobierno a partir de un puñado de intelectuales y políticos nacidos en Cataluña, muchos de ellos charnegos de origen y orgullosos de ser españoles.

Antes de seguir, hay que decir que según sus críticos, lo de El Lobo no le viene naturalmente por ser una mascota sino por ser implacable en modos y maneras, por oscuras que fueran, para conseguir los objetivos que desea. Era uno de los nueve hombres fuertes de Albert Rivera  y se ha contado alguna vez cómo eran sus procedimientos electorales internos, muy parecidos por cierto, a los que perpetraba su enemigo interno, entonces, Juan Marín.

El Lobo ha dado un paso que va a afectar directamente a Andalucía en cuanto se desate, algo que puede dudarse con buena voluntad aunque con poco realismo, la indisciplina del voto y el chorreo de náufragos hacia una banda u otra de la política andaluza. Su decisión de incorporarse al PP, más claro aún, al equipo de Organización del PP que lidera Teodoro García Egea, va a tener muchas consecuencias en el gobierno del “cambio” y no sólo porque tenga ocho apellidos granadinos, que ya es un grado. Lo que va a tener es peso específico.

Poco antes de conocerse su decisión, la izquierda rota del Sur se erguía como una mole sin fisuras anunciando que apoyarán toda operación que acabe con ese gobierno del “cambio”. Creíamos que Teresa Rodríguez no iba a participar en esa degradación de conseguir gobiernos en los despachos antes que en las urnas –ella, que sabe tanto de la miseria de los despachos–, pero su azotea parece que seca mejor los valores morales que el izquierdismo infantil.

O sea, que teníamos ya, como anticipó Libertad Digital en su análisis, a Susana Díaz a cinco diputados de distancia del acoso y derribo del gobierno de centro derecha andaluz. Y en esto llega Fran Hervías y lanza un órdago a la grande sumando objetivamente fuerzas con Juan Marín, su antiguo enemigo íntimo en Andalucía, que ya había insinuado la conveniencia de trazar sendas de convergencia entre PP y Cs, opción que Inés Arrimadas laminó sin contemplaciones.

El movimiento de Hervías tiene más repercusión de lo que muchos creen. Siendo como era secretario de Organización prácticamente desde la fundación de Ciudadanos, conoce al dedillo los listados de afiliados, de militantes, de cargos públicos, muchos de los cuales han dependido de sus veredictos internos. Y en toda España y en toda Andalucía. Tal capital organizativo tiene un gran interés para un Casado al que Isabel Diaz Ayuso ha venido a ver como si fuera la diosa Cibeles. Nadie sabe más que El Lobo de las ovejas y los pastores de Ciudadanos.

Por ello, ante el sanedrín popular de ex Génova, El Lobo tiene mayor entidad gravitatoria que Juan Marín que sólo abarca la geografía política andaluza. Tal estructura conduce a que Juan Marín, pase lo que pase, tenga el techo de su influencia en Juan Manuel Moreno y Elías Bendodo, no muy partidarios de Casado y Egea. Esto es, si por una parte El Lobo refuerza la línea de flotación del gobierno PP-Cs por la otra adquiere una posición preponderante sobre Juan Marín y del pacto andaluz.  

Naturalmente, Susana Díaz va camino de ser la “abuelita roja” del nuevo cuento porque, como los pájaros de Borges, le importa más contemplar de dónde viene que saber a dónde va. Para tumbar al gobierno del cambio, sólo necesita comprar cinco “esclavos” –terminología del cínico y zafio Ábalos, el de Delcy Rodríguez–, en el mercado político del Parlamento andaluz. Pero a ver quién se atreve a dar el paso de vender Andalucía al PSOE más corrupto de España y soportar el hedor de la cloaca.

Posible es porque, a pesar del zarpazo de El Lobo dificultando la operación de la izquierda y elevando el precio del enjuague, las fuentes internas de Ciudadanos en Andalucía que consulta LD cuentan que sí, que puede haber cinco diputados que, cuando corresponda, se sumarían a esa maniobra. Otra cosa es que la beneficiaria fuera Susana Díaz.

Incluso aunque consiguiera tal empeño, a la trianera aún le faltaría superar un obstáculo más: la bendición de Pedro Sánchez. Pasa sin embargo que, de lograrlo, Moncloa tendría a una Caperucita Roja y cojonera en el cuento en vez de una abuelita roja enferma en la cama de la Historia. Y por ese trago, no parece querer pasar el que la resistió y le ganó estrepitosamente. Se equivocó la paloma y se fue al mar, precisamente al mar también equivocado desde que María Jesús Montero sentenció que el agua y la sal no se avienen.   

Pero la confabulación puede seguir en marcha si Pedro Sánchez acelera las primarias andaluzas y una nueva candidata o candidato, más dúctil al pacto de las izquierdas, sustituye a la incómoda Susana y la catapulta a la tercera edad de la política, que es la nada de poder y un mucho de honores.

Ese sí podría ser el momento del cinquillo andaluz, nuevo juego de poder que puede enriquecer el espectáculo murciano, esto es, el sálvese quien pueda y la desbandá alentada, también, por la falta de cargos y puestos disponibles debido a la caída libre electoral. El movimiento de El Lobo puede retrasar la maquinación pero no parece seguro que, de aquí a las próximas elecciones de 2022, desaparezca el peligro.

Mientras tanto, en Ciudadanos Andalucía se oyen los sollozos de los que sinceramente querían formar parte de una tercera España centrada, moderada, liberal y honrada, que ya penaron cuando se apoyó el último gobierno de Susana Díaz. Y no se oyen ni se oirán cómo roen en la sombra los que nunca creyeron en nada salvo en su cuenta corriente y en su carguete público. 

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