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Pedro de Tena

La izquierda y los hechos consumados

La democracia política se vertebra para que los hechos delictivos o lesivos para la libertad no se conviertan en hechos consumados.

La democracia política se vertebra para que los hechos delictivos o lesivos para la libertad no se conviertan en hechos consumados.
Pedro Sánchez en una reunión con el PSOE este lunes | EFE

En este pasado fin de semana, tres nuevos. La aprobación escandalosa de la reforma laboral, la proposición no de ley para poner en marcha de la comisión de investigación sobre los abusos sexuales en la Iglesia y la reforma del Código Penal para conseguir que rezar ante las clínicas abortistas sea castigado con penas de cárcel. Pero la lista es muchísimo más larga y comienzan con el gobierno de Pedro Sánchez y su mentira electoral consumada de no ir de mano de Podemos.

Dicho con más claridad: estamos gobernados por un socialcomunismo que practica la política de hechos consumados sin importarle el Derecho, ni el escrito ni las costumbres democráticas ni el derecho a la continuidad de la convivencia. Tengo la impresión de que quien gobierna en realidad es Pablo Iglesias, ausente pero presente en la recuperación del Lenin que consumó la revolución rusa contra las predicciones del propio Marx. Lenin proclamó que sí se podía y lo hizo con los resultados terribles conocidos. Los muertos no importaron. La libertad, ¿para qué?

Que haya salido adelante la reforma laboral, por descafeinada que parezca, con el apoyo de la CEOE y la propia Fátima Báñez ya es de nota e indica la división del centro derecha en casi todo. Que lo haya sido con el voto decisivo a favor de un diputado del PP que se equivocó (¿) al votar justo en esa votación, es de sobresaliente. Pero que la presidenta del Congreso, señora Batet, haya mentido a la soberanía nacional y haya incumplido los Reglamentos de la Cámara, da una idea de a dónde se va a llegar para lograr consumar los hechos y es de matrícula de honor a la desvergüenza. Y el resultado no es menor. Ya está en vigor esta reforma laboral irregular y, de paso, se ha destruido lo poco que quedaba de la España constitucional en Navarra con la descomposición de UPN. No está mal para Bildu mientras los etarras, otro hecho consumado, aplauden restando cárcel a sus presos.

Abusos sexuales e Iglesia. No es un tema nuevo, sino que es recurrente. Vuelve cuando conviene desviar la atención de otras cosas, por ejemplo, del abuso sexual de menores en el ámbito público, desde colegios a fundaciones o asociaciones. Ahí está el caso del ex marido de la vicepresidenta de la Comunidad Valenciana, Mónica Oltra (5 años de condena por abuso de una menor tutelada por el Estado). Y está el escándalo de explotación sexual de menores tuteladas por la administración balear. Y están los abusos en colegios e institutos. Incluso se prepara una Ley de prevención de los abusos sexuales en centros educativos. Pero investigar políticamente con luz y taquígrafos, sólo los abusos sexuales que descalabran la imagen de la Iglesia. Otro hecho consumado.

Y finalmente, que la lista que podría elaborarse desde 2019 es larguísima, está lo de rezar en la calle ante las clínicas abortistas. Rezar en una calle en uso de la libertad de expresión y manifestación es rebautizado como "obstaculizar el derecho al aborto" y será un delito en el Código Penal que se quiere reformar". Ojo a los penitentes de la Semana Santa. ¿Obstaculizan algo? Lo encontrarán.

Pero no, no ha sido Podemos. Ha sido el PSOE con el voto de todos sus socios de legislatura menos PP y Vox. Incluso el "cristiano" PNV lo ha apoyado pese a que trataron de que la libertad de expresión de los antiabortistas tuviera como límite 150 metros de distancia. Los escraches podemitas, el asalto de tetas fuera a iglesias, los piquetes o los okupas nunca necesitaron tantos metros pero ni por ésas. Por lo visto, ninguno de ellos obstaculiza derecho alguno de los demás.

Se dirá, con Wittgenstein, que, en realidad, todos los hechos son consumados pero conviene tener en cuenta que el Derecho y la Justicia existen y la democracia política se vertebra para que los hechos delictivos o lesivos para la libertad no se conviertan en hechos consumados. O se anulan o se retrotraen en lo posible o se castigan y reparan sus perjuicios. La pandemia de hechos consumados con desatención y desprecio de las leyes y la convivencia es un indicio de que es la democracia, lo contrario de la imposición del poder por la fuerza, lo que está en peligro en España. ¿Saben quién es uno de los más fervorosos partidarios de los hechos consumados? Baltasar Garzón, según Jesús Cacho. O sea.

Nuestro gran Joaquín Costa, en una de sus clases en la Institución Libre de Enseñanza, subrayaba que determinados políticos españoles reclamaban un "derecho excepcional", "un derecho que no es derecho", para justificar su teoría de los hechos consumados contraponiendo lo honrado a lo útil, usando el engaño y la fullería para consumar los hechos que convienen, siguiendo la línea que transita desde Maquiavelo a Hegel. ¿Por qué? Porque para estos políticos, los amamantados en Marx muy especialmente, "el derecho de las revoluciones no puede juzgarse por las reglas ordinarias, porque si tal se hiciera, no tardaría en encontrársele lados y aspectos injustificables, que sin embargo viene luego la historia a legitimar". Esto es, consuma que algo queda y como ya dijo Sancho Panza: "Viva quién vence", para horror moral del honorable don Quijote.

¿Se da cuenta el pollo sin cabeza del centro derecha español de que lo que se quiere consumar, tacita a tacita, es otra España ni nacional, ni democrática ni constitucional?

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