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EDITORIAL

Un programa totalitario para el candidato perfecto

El viejo sueño azañista, reverdecido por el felipismo, de hacer de la izquierda un movimiento hegemónico, al estilo de lo que acabó siendo el PRI mejicano, sólo requería la existencia de un candidato con el cuajo necesario para ponerlo todo por escrito en

El Comité Federal del PSOE ha aprobado, por supuesto por unanimidad, el catálogo de despropósitos totalitarios reunidos en los casi 150 folios que forman el programa de gobierno con que Rubalcaba va a presentarse a las próximas elecciones generales del 20 de noviembre. A tenor del tufo dictatorial que desprende la mayoría de las propuestas reunidas, sólo cabe decir que es un programa electoral hecho por y para alguien como Alfredo Pérez Rubalcaba.

A grandes rasgos las, llamémoslas así, ideas esbozadas en el prontuario electoral del candidato no difieren en exceso de la trayectoria habitual del PSOE, con el acento puesto en una demagógica subida de impuestos "a los más ricos", inútil por irrealizable, y la defensa de unos llamados "derechos sociales" que en realidad buscan perpetuar el desastre de servicios públicos tan ineficientes como la educación estatal.

Las novedades introducidas por Rubalcaba, lejos de suavizar el izquierdismo rancio del cuerpo central de la oferta socialista, lo exacerban hasta el extremo con medidas como la retirada de unos supuestos privilegios a la Iglesia Católica –los partidos, ONG y sindicatos, en cambio, podrán seguir gozando de prerrogativas, esas sí, muy reales–, la paridad de sexos en los centros directivos de corporaciones privadas o la aprobación de leyes que van más directamente aún contra los derechos y libertades de los ciudadanos como las anunciadas para regular la llamada "muerte digna" y la igualdad de trato.

La guinda de este pastelón servido por la cocina del candidato Alfredo, la ponen los anuncios de una futura ley de cambio climático y el cierre de todas las centrales nucleares existentes en España, para que el desastre energético provocado a los españoles por la basura demagógica tan común entre la izquierda ecologista sea absoluto.

El viejo sueño azañista, reverdecido por el felipismo, de hacer de la izquierda un movimiento hegemónico, al estilo de lo que acabó siendo el PRI mejicano, sólo requería la existencia de un candidato con el cuajo necesario para ponerlo todo por escrito en un programa electoral. Con el candidato Alfredo, el PSOE, al fin, lo ha encontrado. 

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