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José García Domínguez

El que resiste, gana

Que Piqué siga pidiendo perdón por haber nacido, el Partido de los Ciudadanos no lo acompañará al psiquiatra. Y que en Génova continúen pensando que el sentido común consiste en que los catalanes se sacrifiquen otra vez

“El que resiste, gana” no es una frase de Cambó sino de Cela. Y quien la acaba de repetir ante dos mil catalanes no ha sido Montserrat Nebrera sino Gotzone Mora. Y no la ha pronunciado en un lugar cualquiera sino en el Palau de la Música Catalana. En el mismo mausoleo sagrado del nacionalismo del que, a mediados de los ochenta, los hijos putativos del santón de la Lliga expulsaron -a patadas y puñetazos- a los primeros disidentes que osaran profanarlo, repartiendo allí unas octavillas en defensa del bilingüismo. Han pasado muchos años desde aquello. Los suficientes como para poner muy nerviosos a todos los nietos del abuelo. Porque resulta que el tiempo les está dando la razón a Cela y a Gotzone: el que resiste, gana.
 
Porque, tras un cuarto de siglo construyendo afanosamente su sueño y nuestra pesadilla, es decir Matrix, resulta que dos de cada tres catalanes menores de 21 años reconocen como lengua propia el castellano. Y porque, tras un cuarto de siglo esperando a Godot, esa otra Cataluña, que además de ser la real se sabe la mayoritaria, ha dejado de mirar a Madrid, de donde ya no aguarda nada. De ahí que se haya lanzado a caminar sola. Que Piqué siga, pues, pidiendo perdón por no ser nacionalista, el Partido de los Ciudadanos no piensa hacerlo. Que Piqué siga negándose a utilizar la lengua mayoritaria de los catalanes en el Parlament, el Partido de los Ciudadanos no se avergüenza de ella y sí lo hará.
 
Que Piqué siga ofrendando sus votos a los arquitectos de Matrix para garantizarles que nada cambiará. Pues sí cambiará porque ya ha cambiado. Que Piqué siga impávido cuando la Generalidad tire a la basura cincuenta millones de pesetas regalando himnos nacionalistas; el partido de los Ciudadanos lo denunciará, tal como acaba de hacer Albert Rivera. Que Piqué siga pidiendo perdón por haber nacido, el Partido de los Ciudadanos no lo acompañará al psiquiatra. Y que en Génova continúen pensando que el sentido común consiste en que los catalanes se sacrifiquen otra vez por el gusto de verlos a ellos sentando sus reales en La Moncloa. Que continúen así.
 
Y que sigan sin atreverse a decir en voz alta, aquí, en Casa Nostra, que quienes tienen derechos son las personas, no los territorios. Que sigan, porque el que lo gritará será Albert Rivera, tal como todos le hemos oído en el Palau. Que no se aventuren a vocalizar jamás que las lenguas son de la gente y no de los mapas. Que no se arriesguen, por favor, que ya lo hará por ellos Antonio Robles, el secretario general del Partido de los Ciudadanos. Que persistan muy atentos a las momias del Círculo Ecuestre, que ya Francesc de Carreras se encargará de enfrentarse al establishment del oasis. Que permanezcan calladitos, como hasta ahora, cuando esos cursis, capullos y mangantes, Boadella dixit, se llenen la boca con el nombre de la patria. Que sigan así, porque Ciutadans ya ha demostrado que no lo hará. Ah, y que después intenten abarrotar el Palau de la Música con dos mil almas ansiosas por aplaudir a Piqué, al camarada Vendrell y a doña Montserrat Nebrera.

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