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José García Domínguez

El vídeo

¿Para qué recurrir a actores en el vídeo si con su altar de intelectuales de cabecera podían haber compuesto el más exhaustivo retablo de la extrema derecha en Europa?

Esa alegre, impune, reiterada osadía con que el PSOE se permite escupir sobre las credencias democráticas de sus adversarios, hábito del que el vídeo de marras apenas supone rutinaria muestra, remite a dos taras morales incubadas durante la Transición: la memoria inducida y el olvido activo. Merced a la primera, los socialistas han acabado por interiorizar su propia mentira. Al punto de creerse que combatieron al franquismo en vida del dictador. A tal extremo de alienación literaria los ha empujado su muy patológica fantasía.

Viceversa, el disciplinado ejercicio del olvido activo ha logrado borrar los orígenes de los genuinos maîtres à penser de la izquierda doméstica. De ahí que ya nadie recuerde, por ejemplo, que Alfonso Sastre, cabeza de lista de la candidatura filoetarra a las europeas, fue célebre activista de la Falange. Gran esperanza blanca del muy azul fascio hispano, el dramaturgo Sastre, amén, por cierto, de feroz crítico de García Lorca. Así, a propósito del granadino, sentenciaría en La Hora, gacetilla del Régimen que lo tuvo en nómina:

De los autores españoles contemporáneos, el único verdaderamente difundido es Lorca y ello –estoy seguro– porque su difusión daba ancho cauce a la propaganda antiespañola. Había ya un clima propicio, de sombríos guardia civiles y gitanos, de colorismo de la España eterna y folklore, de pasiones elementales y de gracia andaluza.

Y lo suyo no fue anécdota sino, bien al contrario, categoría: Tierno Galván, viejo profesor de más viejas y selectivas amnesias; el jesuita Llanos, de confesor de Franco a confidente de La Pasionaria; Aranguren, grácil gacela intelectual, capaz de saltar del integrismo nacionalcatólico más recalcitrante al marxismo psicodélico más impostado; Manuel Sacristán, de inquisidor joseantoniano a inquisidor estalinista y tiro porque me toca; Gonzalo Torrente Ballester, el miope con más vista que jamás haya amamantado el erario patrio; Carlos París, por en Imperio hacia Dios, pero con parada y fonda en Ferraz; Josep Maria Castellet, repartidor de credenciales progresistas desde Laie, a la sazón boletín oficial de la Delegación Nacional del Movimiento en Barcelona; Raimon Pániker, venerable santón: años y años pugnando con tal de que el Vaticano condenara a Ortega en el Índice, et caetera.

¿Para qué recurrir a actores en el vídeo si con su altar de intelectuales de cabecera podían haber compuesto el más exhaustivo retablo de la extrema derecha en Europa?

En España

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