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Juan Manuel González

Primer tráiler de 'Los Juegos del Hambre: En llamas'

Cuando se estrenó hace un año Los Juegos del hambre, la primera de las tres adaptaciones de los best-seller juveniles del Suzanne Collins, gran parte de la crítica señaló los excesivos parecidos de esa distópica historia de aventuras con los de la película japonesa Battle Royale. Sin negar las concomitancias, que para eso las señalo en primer lugar (el argumento, poco más o menos, envolvía a un grupo de jóvenes de baja extracción que debían eliminarse para sobrevivir a unas sádicas olimpiadas futuristas), lo cierto es que muchos de ellos olvidaban la solvente presencia de Jennifer Lawrence, que en apenas unos meses ganaría el Oscar, y el dibujo de una heroína femenina y melodramática que contrastaba con las sandeces de la protagonista de Crepúsculo, la saga de películas a la que parece llamada a sustituir en la taquilla. No obstante, lo que la industria sin duda recuerda no debe ser eso, sino los casi 700 millones de dólares recaudados sólo en cines, dato todavía más valioso si tenemos en cuenta su ajustado presupuesto y la búsqueda enfermiza de novedades que lleven al cine a la escurridiza (pero masiva y fiel) audiencia adolescente que todavía lo caracteriza.

En todo caso, el próximo noviembre llegará la segunda parte, En llamas, cuyo tráiler se estrenó en loor de multitudes en la pasada gala de los premios cinematográficos MTV. En ella el videoclipero Francis Lawrence (Constantine, Soy Leyenda) sustituye tras las cámaras al más solemne Gary Ross, aunque tanto da: el realizador británico habrá tenido que seguir de pe a pa la letra escrita por Collins, por mucho que haya podido mejorar las pobres escenas de acción de la primera entrega (su gran handicap, junto a las pelucas de algunos secundarios). Como dato importante, la incorporación al reparto de Philip Seymour Hoffman, que este año no ha sido lo bastante laureado por su interpretación en The Master.

Los juegos del hambre: En llamas retoma la historia de Katniss Everdeen poco tiempo después del final de la primera entrega. La joven, que consiguió sobrevivir en los juegos, se ha convertido en un símbolo de libertad contra la opresión del Gobierno, decidido a acabar con todo aquello que representa por la vía más radical (y no me pregunten cual es, aunque me la imagino ¿o es que piensan que me he leído la novela? Anda que...).

 

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