Ridículo mundial. Carles Puigdemont, el prófugo más famoso de España, apareció y desapareció del centro de Barcelona en una performance digna del mago Pop. Contó para ello con la colaboración de los Mossos d'Esquadra. Los Mossos que no le detuvieron y los mossos que le ayudaron a huir nuevamente en un alarde que socava por completo el crédito del cuerpo policial autonómico.
El portavoz parlamentario de Junts, Albert Batet, aprovechó su turno para mofarse del Govern de ERC y de los Mossos d'Esquadra. Tras reprochar al consejero de Interior en funciones las cargas contra los manifestantes partidarios de Puigdemont a las puertas de la Ciudadela, muchos de ellos de avanzada edad, Batet ha afirmado que los mossos "están buscando a Puigdemont como la Policía Nacional y la Guardia Civil buscaban las urnas antes del 1-O".
Los Mossos son una víctima más en el reguero de cadáveres políticos que siembra Puigdemont a su paso. El cuerpo ha sido ridiculizado por el prófugo de manera descarnada. La tesis de que la orden era no detener a Puigdemont tampoco deja en buen lugar a una policía marcada por su politización al servicio del nacionalismo catalán.
En ese contexto, Salvador Illa ha sido otro de los damnificados por el operativo de Puigdemont. La sesión de investidura se ha convertido en un auténtico chiste. El discurso inicial de Illa ha durado unos cuarenta minutos, el más corto, según ha destacado Batet, de todas las sesiones de investidura de la historia. Illa tenía prisa por superar el trámite mientras fuera de la cámara los Mossos establecían una "operación jaula" que ha causado importantes problemas de tráfico en la capital catalana y en buena parte de la región.
Los bulos de Junts
La confusión ha sido la nota de la jornada. Junts se ha hinchado a difundir bulos como el de que los Mossos habían cursado una orden de detención contra Jordi Turull, el secretario general de la formación. A pesar de la grosería de atribuir a los Mossos la competencia de emitir órdenes de detención, TV3 y otros medios han difundido el bulo y Junts ha intentado que se suspendiera el pleno. Cuando se ha destapado la mentira, las baterías mediáticas se han girado hacia los jueces. Alguno de ellos era, esta vez sí, quien ordenaba la captura de Turull. La extensión del infundio ha obligado al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) a emitir una nota negando que se haya ordenado la detención de político alguno en relación a la segunda fuga de Puigdemont.
El único detenido, por el momento, fue el mosso propietario del coche en el que Puigdemont había montado para escapar. Hay más mossos implicados y también miembros del cuerpo de Bomberos de la Generalidad, todos ellos componentes de la guardia pretoriana de Puigdemont que le ofrece sus servicios por "patriotismo". Sus actividades son conocidas y toleradas. Sus mandos objetan que pueden hacer lo que quieran cuando están fuera de servicio y que sus afinidades ideológicas no son de su competencia.
"Colaboración" del ministerio del Interior
El esperpento ha continuado durante todo el día, calcado a aquellas jornadas convulsas del golpe de Estado en septiembre y octubre de 2017. Para que la gamberrada de Puigdemont tuviera éxito ha sido clave que el ministerio de Interior no haya previsto ningún operativo de refuerzo para la detención del prófugo. Ni la Policía Nacional ni la Guardia Civil estaban movilizados al efecto. Tampoco el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) que en 2018 tuvo un papel determinante en la detención de Puigdemont en Alemania tras colocar un localizador en uno de los vehículos que utilizaba entonces el expresidente catalán.
En el interior de la cámara catalana, Illa ha arrancado su discurso haciendo votos para que la amnistía alcance a Puigdemont y ha prometido trabajar para ello. Era un guiño a Junts y al mismo prófugo que ha reventado por completo su investidura y le ha dejado en ridículo. Todo el protagonismo ha sido para Puigdemont, el escapista, el aventurero que ha burlado todos los controles y se ha esfumado sin dejar rastro.
Los Mossos han emitido una nota que muestra la crítica situación del cuerpo. "Hoy jueves, el cuerpo de Mossos d'Esquadra ha llevado a cabo un dispositivo especial para garantizar la celebración del pleno de investidura en el Parlamento de Cataluña" arranca el delirante texto firmado por la "Oficina de Comunicación" de los Mossos. A continuación detallan que en los alrededores del parlament se han concentrado unos 4.500 manifestantes y que "se ha producido tensión y agresiones contra la línea policial que ha obligado a las dotaciones de orden público a utilizar gas pimienta para recuperar el espacio. Como resultado de estas agresiones, los mossos han detenido dos personas y han denunciado penalmente a una quincena de personas más".
Es hacia la mitad del largo comunicado cuando aluden al prófugo: "En relación a Carles Puigdemont, ha hecho acto de presencia en la zona del Arco del Triunfo y mediante las personas concentradas ha accedido al escenario donde ha pronunciado un discurso. A continuación, protegido por diversas autoridades del país y rodeado de las personas concentradas ha iniciado la marcha hacia la puerta principal de acceso al parque de la Ciudadela. En el curso de esta marcha y aprovechando el número de personas que le rodeaban ha huido del lugar en un vehículo que los mossos han intentado detener pero no lo han conseguido".
Una detención "proporcional"
La "Oficina de Comunicación" señala que "hay que destacar que el dispositivo que se había diseñado establecía que la detención se hiciera de forma proporcional y en el momento más oportuno para no generar desórdenes públicos". Es decir, la misma excusa que durante el 1-O para justificar la pasividad policial. En la nota también se alude a la detención de un agente del cuerpo y se afirma que "la investigación liderada por la Comisaría General de Información continúa abierta y se prevén nuevas detenciones". Poco antes de las siete de la tarde, los Mossos anunciaban la detención de otro agente del cuerpo por colaborar con Puigdemont en su fuga.
Mientras tanto Illa se deshacía en elogios de la CUP y le dedicaba una amable contestación a su portavoz, Laia Estrada. Nada que ver con su actitud frente a Vox o el PP. Illa se ha mostrado conciliador con todos menos con la oposición. Ha tendido la mano a Junts y ha dejado claro que su intención es cumplir punto por punto los acuerdos suscritos con ERC, esa soberanía fiscal que supone la independencia económica de facto. La sesión de investidura más irregular de la historia autonómica de Cataluña se ha saldado con una votación nominal y a cara descubierta donde no ha habido sorpresas. Salvador Illa es el 133 presidente de la Generalidad catalana, según la creativa contabilidad histórica del catalanismo.