La operación de Israel contra Hezbolá en el Líbano —que se inició con la explosión de beepers y walkie-talkies, que dejaron decenas de muertos y centenares de mutilados, bombardeos selectivos, entre ellos el que mató a Hasán Nasrallah, e incursión "limitada" terrestre—, había ido como la seda avanzando sin apenas resistencia hasta ayer miércoles, cuando una emboscada de Hezbolá provocó numerosas bajas al ejército hebreo dejando dañada la euforia israelí tras los éxitos de las operaciones contra la milicia terrorista chií.
La emboscada fue seguida de los primeros combates cuerpo a cuerpo registrados en la frontera entre Líbano e Israel. Los violentos enfrentamientos se sucedieron durante horas. Incluso la evacuación, que fue también prolongada, se realizó bajo fuego de mortero de Hezbola que dejó más heridos. "Lo que ha ocurrido hoy es sólo el comienzo. Nuestra capacidad militar permanece intacta", aseguró ante periodistas extranjeros un portavoz de Hezbolá, Mohamed Afif.
La mayoría de los soldados muertos o heridos pertenecían a la unidad de élite Egoz, constituida en 1995 para pelear precisamente con Hezbolá.

