El Gobierno ha elegido el primero de diciembre de 2000 para celebrar que viene el siglo nuevo, y ha argumentado que el Papa ha recomendado a los gobiernos que se muestren generosos. Y sin que se haya encomendado a otros argumentos, el gobierno decide ser generoso y benevolente con millar y medio de ciudadanos que habían conculcado y violado la ley. Otros muchos millones de españoles no han merecido tamañas atenciones, generosidades y bondades, pese a los consejos del mismísimo Papa de Roma.
Por ejemplo, señores del gobierno, y de los gobiernos de esta Nación: hay varios millones de españoles, y no creo exagerar, que tienen o tenemos multas pendientes por aparcamientos inadecuados, inconvenientes, ilegales de nuestros vehículos, por pisar la raya blanca de la carretera, por no dar el intermitente preciso al girar a un lado o a otro, por pasarse en la velocidad autorizada... O bien: hay miles de ciudadanos, unos muchos miles con bastante probabilidad, que tienen otra clase de deuda pendiente con el Estado español: deudas fiscales, por tributaciones no realizadas, por defraudaciones comprobadas, por haberse pasado la fecha del pago.
¿Es más crimen esta clase de delitos que el de los insumisos, prevaricadores, asesinos que se han visto beneficiados por el perdón gubernamental? Será preciso concluir que nos hallamos ante un indulto altamente arbitrario, y por ello indecoroso, por más que veamos beneficiado a algún amigo.
El día del indulto
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