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Antonio Robles

Air Berlin nazi

El desaire a la utilización del catalán de una empresa privada es causa de una campaña de boicot a la compañía aérea, pero la imposición del catalán por parte del Gobierno balear como única lengua vehicular en la escuela pasa desapercibido.

El rechazo a la utilización del catalán por parte de la compañía aérea alemana, Air Berlin, en España ha provocado cientos de titulares en la prensa. El director de la compañía estaría aún más desconcertado si conociera y compara la alteración de la realidad mediática en función de qué derechos lingüísticos se defienden. Algún ejemplo. Montan en cólera los nacionalistas porque a un señor alemán se le ocurre preguntar con sorna si ha de obligar a sus empleados a aprender y utilizar catalán, vasco o gallego cuando sus aviones circulen por esas comunidades autónomas nacionalistas. Piensa él con criterios económicos y de economía cognitiva que con el inglés, el alemán y el castellano ya ha cumplido con creces. Error. Lejos de cumplir, se ha convertido en famoso nazi.

El truco de siempre: se sataniza a la persona y se escamotean los argumentos. ¿Cómo es posible que siga resultando rentable? El cuento ese de desacreditar a toda persona si tal persona se opone a los delirios nacionalistas empieza a ser esperpéntico.

Resulta que el desaire a la utilización del catalán de una empresa privada es causa de una campaña de boicot a la compañía aérea, pero la imposición del catalán por parte del Gobierno balear como única lengua vehicular en la escuela, a pesar de compartir con el castellano la oficialidad, pasa desapercibido para los mismos que consideran un atentado contra los derechos humanos el que no lo incluyan en su revista.

El esperpento llevado a sus últimas consecuencias: ¿Cómo pueden poner sanciones lingüísticas por utilizar el castellano en rótulos comerciales sin que se inmute ni siquiera el Sindic de Greuges (el defensor del pueblo catalán) y a la vez, instrumentalizar titulares y portadas por el asunto de Air Berlin?

¿Cómo es posible que el Gobierno de la Generalitat incumpla tres sentencias del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que le obligan a incluir la casilla en las hojas de inscripción escolar para que los padres puedan elegir la lengua vehicular en que quieren estudiar sus hijos como la ley le ampara y lo oculten mediáticamente, mientras el Institut d'Estudis Catalans (IEC) monta en cólera por el comunicado de Air Berlin considerándolo una "violación de los derechos humanos y civiles de millones de ciudadanos de lengua catalana"? ¿Cómo pueden ser tan arbitrarios y crueles?

En esta vida todo tiene su límite y, normalmente, lo pone la realidad. El rifirrafe de nacionalistas como el ex diputado de ERC Joan Puig con la compañía, a la que ha manipulado su logotipo incrustándole la esvástica nazi y ha llamado al boicot comercial, ha puesto en alerta al sector del negocio turístico: Las Islas Baleares viven en buena medida del turismo alemán. ¿Saben lo que significa para la sociedad alemana la acusación de nazis?

Hay antecedentes: Carod Rovira abogó contra los Juegos Olímpicos de Madrid 2012 y el sector del cava catalán se resintió.

Alguien con los cuatro sentidos todavía operativos en estas comunidades habría de empezar a percibir el inmenso mal que los nacionalistas están haciendo a la sociedad, pero, sobre todo, el que inevitablemente le hará cuando la acumulación de agravios conduzca al colapso.

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