Ayer en Barcelona Rajoy afirmaba no haber visto ningún dossier. Aunque al mismo tiempo solicitaba a todos los dirigentes de su partido que supieran lo que tenían debajo, por tanto, insinuaba que tienen algo debajo. Es realmente curioso que exija a los demás lo que él no pone en práctica. Así, el fabricante y circulador de dossiers oficial en Génova desde hace muchos años, tiene su despacho debajo del de Rajoy: a ver si va a resultar que los fraguistas no le dan bola en las carpetitas y no se ha enterado. ¿O será que, por si acaso, no lleva las gafas cuando baja de la sexta planta?
Cuando a un ciudadano de bien le imputan un hecho delictivo debe actuar como Esperanza Aguirre, esto es, presentando una denuncia en el juzgado para que sea la investigación judicial la que determine si se ha cometido algún ilícito penal y, en su caso, quiénes son sus responsables. Es una actuación firme, propia de quien no oculta nada. A continuación, la misma presidenta de la Comunidad se ha adherido a la petición de una comisión de investigación en la Asamblea de Madrid para que todos los ciudadanos estén tranquilos de que el Gobierno autonómico ni espía ni ha espiado a nadie. Segunda acción plausible y de sana demócrata.
Antes de la aprobación de la comisión parlamentaria, Rajoy encargó a Cospedal que inicie una investigación interna para averiguar lo sucedido. Hasta aquí todo parece correcto. Si es una investigación de partido no tiene más objeto que determinar si el comportamiento de los miembros del mismo ha sido reprobable, especialmente en su acción hacia otros miembros del partido. Sin embargo, una vez conocida la aprobación de la comisión de investigación, Rajoy da orden de suspender la investigación interna ¿Por qué? ¿Qué no quiere saber? O lo que es distinto, ¿qué no quiere que sepamos que conoce?
Todo este lío sólo tiene dos beneficiarios, prima facie, uno el PSOE, que continuará aumentando su ventaja al PP pese a lo ingente de las listas del INEM, y otro Gallardón en su particular lucha contra Aguirre. Aunque a lo mejor no resulta tan beneficiado como él barrunta. De momento ya conocemos al sujeto de los dossieres y era un protegido de su protector. También hemos descubierto que Gallardón sí tiene una policía de lujo, no sabemos si tuneada a lo Touriño, pero nos cuesta como si lo fuera. También hemos visto la exigencia pública de rectificación que Esperanza Aguirre ha hecho a Gallardón.
Hasta ahora es evidente que quien ha actuado de manera recta en todo este asunto ha sido la presidenta, mientras que su presidente se ha llamado andana porque no quiere ver ni lo que tiene debajo ni a su derecha ni a su izquierda. ¿Será cosa también de Arriola?