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Antonio Robles

El Premio Orwell de la Paz

Se trata del mundo real, señora Chacón, donde no es lo mismo ir en misión de paz que ir en misión de guerra. Y si no, que se lo pregunten a nuestros soldados muertos por patrullar subidos en cuatro latas.

Diez días antes de desplazarse a Oslo a recoger el Premio Nóbel de la Paz, el presidente Obama anunció el envío de un nuevo contingente de tropas estadounidenses a Afganistán. En el discurso que siguió a la concesión del galardón, Barack Obama desplegó una curiosa argumentación dadas las circunstancias: realizó una encendida defensa de la guerra justa.

El discurso estuvo bien trabado y algunos de los argumentos fueron realmente sólidos. Lo cierto es que no destacó por su originalidad: la justificación de la guerra justa, es decir, la legitimidad de recurrir al conflicto armado en determinadas circunstancias, fue una de las aportaciones más significativas de la Escuela Salmantina de filosofía, allá por el siglo XVI. Una posición respetable, la de Obama, pero asombrosa. Uno puede ser favorable a la guerra, puede argumentar a favor de ella, puede incluso tomar la decisión de enviar sus soldados a una guerra, pero parece un poco extraño que defienda tales cosas justamente cuando está agradeciendo la concesión del Nóbel de la Paz. ¿Mala conciencia? ¿Racionalización como mecanismo de defensa? Puede que grandeza y responsabilidad, quién sabe, quizás simple y pura perversión de quien en el fondo sólo es un americano medio sacralizado por el color de su piel. ¡Quién se lo iba a decir a tantos seres humanos negros arrancados de África para servir como esclavos en las colonias americanas, precisamente en el s .XVI!

Como si aspirara a disputarle a Obama ese preciado galardón, nuestra ministra de Defensa, Carme Chacón, acaba de anunciar que el Ejecutivo español ha aprobado el envío de 561 nuevos soldados a Afganistán. Tal incremento del contingente militar es nuestra principal contribución a la paz mundial. Ella no pierde ocasión de dejarlo claro: "Vais en misión de paz", "Vamos a ganar la paz", "Con vuestro trabajo estáis dando paz y estabilidad", "En este sentido soy una mujer pacifista y el Ejército también es pacifista", "La legión es sinónimo de paz"...

Es, el suyo, un auténtico Ministerio de la Paz. Y lo siento, por mucho que lo intento no puedo dejar de evocar al Orwell antiutópico de 1984. ¿Recuerdan la neolengua? ¿Aquel Estado totalitario que se dedicaba a subvertir los nombres con la intención de domesticar conciencias? El Ministerio de la Guerra se llamaba Ministerio de la Paz, la guerra se llamaba paz y la paz, guerra: "La guerra es paz. La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza. El Gran Hermano te vigila".

Orwell lo explicita en un ensayo posterior:

En nuestra época, el lenguaje y los escritos políticos son ante todo una defensa de lo indefendible. [...] el lenguaje político está plagado de eufemismos, peticiones de principio y vaguedades oscuras. Se bombardean poblados indefensos desde el aire, sus habitantes son arrastrados al campo por la fuerza, se balea al ganado, se arrasan las chozas con balas incendiarias: y a esto se le llama "pacificación". Se despoja a millones de campesinos de sus tierras y se los lanza a los caminos sin nada más de lo que puedan cargar a sus espaldas: y a esto se le llama "traslado de población" o "rectificación de las fronteras".

Desgraciadamente, el asunto es muy comprometido. No se trata sólo del cinismo de quien usa eufemismos que nombran las cosas sin evocar sus imágenes mentales. No es un juego de política de salón. Se trata del mundo real, señora Chacón, donde no es lo mismo ir en misión de paz que ir en misión de guerra. Y si no, que se lo pregunten a nuestros soldados muertos por patrullar subidos en cuatro latas que no resistieron la fuerza destructiva de las minas de la paz de los talibanes. Quizás el blindaje endeble de nuestros viejos BMR es apropiado para los desplazamientos humanitarios en una zona de paz –si vas en misión de paz, no vas a ir montado en un tanque–, pero si se va a la guerra, hay que ir equipado para la guerra.

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