Ningún ciudadano español tiene por qué pedir que escolaricen a su hijo en español, ni en Cataluña ni en ninguna parte de España. El Estado, al que pagamos una monstruosa cantidad de impuestos, tiene la inexcusable obligación de garantizar que la lengua común sea vehicular en todos los tramos de la enseñanza, de la guardería a la Universidad, en toda España. No se trata de pedir en una casilla el ejercicio de un derecho; no se pide el derecho a votar. Lo que debe hacer el Gobierno, que por cuquería electoral ha destapado el gran tabú de la política nacional, es asegurar que el año escolar próximo haya aulas y enseñanza en español para todos los alumnos que lo deseen. No que lo pidan; que puedan elegirlo porque lo hay. ¿Hay problemas técnicos? Mientras no se resuelvan, no empieza el curso. ¿No hay profesores? Miles del resto de España irán encantados a Cataluña a enseñar en español. Por los 14.000 que salieron a tiros o muertos de asco en 1981.
El maltrato educativo infantil
Lo único que podría pedir el Gobierno es explicaciones a los padres que priven a su hijo de la enseñanza en español, si es su lengua materna, ya que esa opción, si es libre, le garantiza el doble del fracaso escolar habitual en Cataluña (datos de Convivencia Cívica) además del adoctrinamiento contra España y sus familias perpetrado por unos predicadores totalitarios en los que la ideología nacionalista hace tiempo que ha sustituido a la enseñanza. No son todos, suele decirse. Pero sí son todos los que mandan. Y mediante ese abuso de poder, al maltrato infligido a los alumnos, por ser hijos de guardiaciviles o simplemente de andaluces -¡cómo ha asomado la patita racista común a los lobos separatistas el Baños de la CUP!- colocan deliberadamente a los niños en una situación de autoodio y marginación. ¿Es justo para esos niños ser educados como inferiores por hablar español?
La dictadura separatista catalana y la destrucción programada de España empezó cuando el nacionalismo negó a los castellanohablantes el derecho que, por las resoluciones de la UNESCO sobre educación, pedía -y obtuvo parcialmente- durante el franquismo para los catalanohablantes. El PSUC, el PSC, CiU, ERC, PSAN y Terra Lliure crearon desde que Pujol llego al Poder en 1980 un régimen de terror para que dentro de Cataluña nadie pidiera para todos los ciudadanos lo que ellos consideraban sagrado: la enseñanza en la lengua materna. Aquella reivindicación pedagógica se cambió por imposición soviética. Y siempre de la mano de la izquierda, por la siniestra influencia del PSUC de Vázquez Montalbán en el PCE y del PSC de los nacionalistas progres y los pedagogos de "Marta Sensat", la derecha acabó asumiendo el sacrificio de un derecho básico, la educación en su lengua materna, para tres millones de ciudadanos españoles de Cataluña. UCD y el PP lo acabaron aceptando. Socialistas y comunistas lo impusieron y aún lo defienden. Todas las variantes del terror, de la pistola a la burla, del bullying al despido, se han puesto en práctica, hasta llegar al colmo de la indignidad: que si una familia pide, arrostrando el acoso y el desprecio de los demás, que su hijo se eduque en español, éste pase la hora en una clase sólo en catalán hasta que el mismo profesor le resuma en unos minutos lo que ya ha explicado, para que los otros le tomen manía por raro, estúpido, friki, facha y español. La hermanita de Messi se volvió a Rosario. Las trillizas de Montilla van al Colegio Alemán. ¿Y a qué escuela pública catalana van los que no son ricos? Pues a la del adoctrinamiento separatista y el fracaso escolar: la única que hay.
Esta marginación teñida de racismo cuyo fin último es -a la vista está- la destrucción de España, es lo que defienden los socialistas del 'PSO-Ex' y los comunistas de Podemos. La doma del inmigrante, porque doma es, en afortunada frase de Boadella, la inmersión lingüística, que es la base de la sumisión ideológica, usa un argumentario soviético u orwelliano, propio del ala "afgana" del PSUC, a cuyo imán Montalbán rinde culto la izquierda periodística catalana desde hace tres generaciones. En su discurso, lo que dicen sus comisarios es justo lo contrario de la realidad: a la segregación la llaman integración; al fracaso escolar, éxito; y aseguran que la inmersión es "un modelo de éxito y convivencia social", ¡cuando Cataluña está partida en dos mitades irreconciliables, identificadas por su lengua en casi el 95%!
¿Ha fracasado la inmersión? ¿Fracasó el esclavismo?
Los medrosos del PP y de Ciudadanos que no se atreven a disentir de la ley sagrada del catalanismo, que es la de considerar legítimo cualquier atropello a España, a lo español y a la lengua española, dicen que no hay que meterse en el lío lingüístico porque, al cabo, la "inmersión lingüística", que busca en realidad el ahogamiento político de lo español, ha fracasado. La prueba, el relativo éxito de Arrimadas. Según eso, el esclavismo habría fracasado porque a los esclavos nunca les gustó del todo ser secuestrados, maltratados y violados y que nunca les pagaran un sueldo por su trabajo. Pero la verdad es que el esclavismo sólo fracasó cuando fue prohibido por la Ley y por la fuerza capaz de imponer esa Ley, incluso al precio de una guerra civil. El apartheid en Sudáfrica no fracasó porque disgustase a los negros sino porque fue derribado el régimen racista que lo mantenía. Y la dictadura nacionalista catalana dejará de serlo si es combatida y derrotada.
Si es combatida, será derrotada, porque el derecho de los ciudadanos no puede basarse en la exclusión del mismo derecho de otros ciudadanos. Lo importante es entender que en Cataluña se está conculcando un derecho de la mitad de la población que la otra mitad entiende como fundamental: el derecho a escolarizar a sus hijos en su lengua materna. Si es un derecho, lo es para todos. Cuando no lo es, como ahora, es que no hay derecho. Y no podrá decirse nunca que España es un Estado de derecho mientras en ella se esté discriminando escolar y laboralmente –toda discriminación laboral empieza en la discriminación escolar- a los ciudadanos de lengua española.
El socialismo aragonés amaga con despertar
La ventaja del golpe de estado catalán es que desde este Gobierno infame que ha abierto la caja de los truenos creyendo que los separatistas impedirán la lluvia, hasta los socialistas, que son el brazo tonto y siniestro del separatismo en toda España, empiezan a darse cuenta de que no pueden seguir respaldando un estado de cosas absolutamente insostenible.
Lambán, jefe del socialismo aragonés, dijo este sábado algo que su partido ha negado siempre: que el castellano está marginado en Cataluña y que el Estado no puede consentirlo más. Pero no porque haya que aplicar el 155 sino porque antes del 155 está la Constitución, las leyes y las resoluciones judiciales, ninguna de la cuales se ha cumplido. El 155 puede servir para suspender de inmediato a todos los funcionarios, de la Generalidad o de la Enseñanza, que se nieguen a cumplir la ley. Y procesarlos si se empecinan. Pero el derecho no emana del 155 sino de la Constitución vulnerada, que tiene como herramienta de defensa el 155 y otras fórmulas de excepción.
Su análisis, ojalá que sincero, parte de ese error y de otro del mismo género conceptual, fácilmente corregible: no se margina a un idioma sino a una parte de la población, por cierto mayoritaria y entre la que están los hijos de 400.000 aragoneses, más de un tercio del reino, que emigraron a Cataluña, y que no son tan despreciados como los andaluces pero sufren a la misma aculturación y discriminación lingüística. En fin, si el argentino defraudador 'Echeminga' defiende la política de la Generalidad catalana, es suficiente para que el PSOE y cualquier partido aragonés se oponga. Y mientras no desaparezca la amenaza golpista, que por la 'ridiaplicación' del 155 está intacta, que pida la vuelta del archivo de la Corona de Aragón. Ah, y que prohíba esa majadería de la Confederación Catalano-Aragonesa, que por culpa de cierta izquierda editorial baturra, se está enseñando en Aragón.
Los 'mandelas' del 'prusés'
Por cierto, los patanes golpistas se han comparado con Mandela y Alain Delon, símbolos de superioridad ética y estética de la raza catalana sobre la sucia y feísima raza española. Lo estético, basado en la supuesta semejanza del ADN de catalanes y franceses, lo proclamó Junqueras. Cabe, pues, entenderlo como un lamento justificado. Pero que posen de mandelas los racistas del complejo y supremacistas de la inferioridad, esos matones que apalean muchachas con la camiseta de la selección española de fútbol; o que vayan de gandhis los que acosan a Arrimadas, los que rompen una y otra vez a martillazos, siempre impunemente, la sede de Crónica Global, es de risa. Mandela, aunque terrorista, luchó contra la segregación racial. Los boixos nois del 'prusés', han impuesto el apartheid en Cataluña y pretenden que lo acepte y lo aplauda toda España. Cada vez van a tenerlo más difícil.
Pero insisto: no se trata de que haya o no una casilla para pedir que el español sea lengua vehicular en un centro escolar de Cataluña. Ese juego del escondite le será de utilidad dos o tres días al Gobierno del diálogo con el Golpe, al que sigue financiando el FLA. La cuestión de fondo es que el Estado, sea cual sea su Gobierno, asegure la enseñanza en español en toda España. No hay nada más importante a largo plazo. Tampoco más urgente.