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Santiago Navajas

Gran Hermana Carmen Calvo

La izquierda, una vez que ha visto fracasar el marxismo en economía e historia, trata de triunfar en el terreno de las relaciones sexuales.

En el ámbito anglosajón hiperfeminista se considera equivalente los comentarios sexuales, los tocamientos inapropiados y la violación. Por comentario sexual vale que un hombre le diga a una mujer: "Hola, guapa". Por tocamiento inapropiado se entiende, por ejemplo, que un hombre coja del brazo a una mujer mientras hablan. Por violación puede contar una relación sexual consentida pero tras la cual la mujer se haya arrepentido. En Harvard hay alumnas que no entran en clase si el profesor les ha cedido el paso en la puerta, molestas ante semejante conducta machista.

La izquierda, una vez que ha visto fracasar el marxismo en economía e historia, trata de triunfar en el terreno de las relaciones sexuales, cambiando a su clásico enemigo, el burgués, por el varón heterosexual. De ahí que si antes pretendía destruir a los enemigos de clase, ahora pretende aniquilar al enemigo de género, sea encarcelándolo o, si se resiste, emasculándolo ideológicamente y convirtiéndolo en aliados feminista, como antes toleraba a los burgueses si aceptaban rebajarse a compañeros de viaje.

Este feminismo neurótico, desquiciado, histérico y puritano es el que está detrás de una serie como El cuento de la criada (analizada estupendamente por Nuria Richart), una distopía sobre una dictadura heteropatriarcal que en realidad es una transferencia psicoanalítica de cómo las feministas consideran el sexo: una jerarquía de poder que hay que satanizar porque, como defendió su teórica de referencia, Andrea Dworkin, toda relación heterosexual es en el fondo una violación. Trataba de explicar la máxima expresión del feminismo radical que el sexo no debe poner a las mujeres en una posición subordinada, ya que debe ser recíproco y no un acto de agresión de un hombre en busca sólo de su satisfacción personal. Lo que ha llevado a que sus seguidoras consideren que toda relación heterosexual debe ser empática o, en caso contrario, tenga que ser considerada una violación. La obsesión de las feministas radicales con que todo deba ser considerado violación hubiese satisfecho las delicias del diván de Sigmund Freud.

De Dworkin a Carmen Calvo y su propuesta de cambiar el Derecho Penal para convertir por defecto a todos los hombres heterosexuales en violadores hay un paso. Tras el plan de la vicepresidenta socialista se encuentra el intento de colectivizar incluso las relaciones personales más íntimas, convirtiendo al Estado en el invitado invisible de cualquier encuentro privado a través de la fiscalización de las conciencias.

Siendo mala la vigilancia a la que nos pretende someter el Estado hiperfeminista, peor es la sombra de la sospecha y la desconfianza que la Gran Hermana Carmen Calvo pretende proyectar sobre las relaciones personales. En consonancia con este control de las relaciones personales está el proyecto de adoctrinar a todo el mundo, empezando por los niños y terminando por los jueces. Por eso la ministra de Educación ha anunciado la transformación de la asignatura Educación para la Ciudadanía en Educación para el Socialismo y el Feminismo. Para ello habrá que formar a los jóvenes en, y cito, los "valores de las mujeres". ¿Cuáles son esos valores? Visto desde otra perspectiva, ¿hay unos valores matemáticos femeninos? En Los Simpson se burlaban de la pedagogía del feminismo radical que pretende separar a niños y niñas en las clases de matemáticas porque la típica enseñanza consistente en resolver problemas tiene un sesgo heteropatriarcal, por fomentar la competitividad y tener un enfoque agresivo.

A raíz de la caza de brujas contra el reputado biólogo Francisco J. Ayala (despedido de la Universidad de California por un requiebro, un piropo y un roce), la psicóloga Elizabeth Leftus ha denunciado como la campaña de calumnias contra los hombres desatada por feministas radicales como Carmen Calvo ya que son un peligro tanto para el Estado de Derecho como para las propias mujeres:

El péndulo está ahora en el feminismo radical, pero advierto de que volverá con fuerza al otro lado. Hay miles de chicos que, después de haber sido expulsados por cuestiones de consentimiento sexual, están denunciando a las universidades. Todo esto acabará perjudicando a las mujeres.

A las tres consignas del Partido Socialista en 1984 de Orwell,

LA GUERRA ES LA PAZ
LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD
LA IGNORANCIA ES LA FUERZA,

Carmen Calvo suma ahora una cuarta:

EL AMOR ES VIOLACIÓN.

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