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Santiago Navajas

Votantes liberales de VOX

Los dogmas que discute VOX y que cuentan igualmente con el rechazo liberal son los que imponen la ideología de género, por un lado, y la subordinación al nacionalismo, por el otro.

Los dogmas que discute VOX y que cuentan igualmente con el rechazo liberal son los que imponen la ideología de género, por un lado, y la subordinación al nacionalismo, por el otro.
Los dirigentes de VOX Rocío Monasterio, Santiago Abascal y Javier Ortega Smith | Europa Press

A los votantes de VOX les han llamado últimamente analfabetos (el novelista Julio Llamazares), locos y rabiosos (el filósofo Daniel Innerarity), ultraderechistas y fascistas (casi toda la prensa progresista). Los han acosado en los sitios más peligrosos (en el programa de Cristina Pardo en La Sexta). Han pedido que se les haga un cordón sanitario (el candidato de Ciudadanos Manuel Valls) y se ha decretado contra ellos una alerta antifascista (Pablo Iglesias). Una periodista que en Twitter se declara "mujer, feminista, vegetariana y de izquierdas" pide que antes de votar a VOX se piense en ella porque "no quiero morir" (va a morir igual, esperemos que más tarde que pronto, a mayor gloria de la pizza vegetariana).

Entre los votantes de VOX, alguno habrá que esté loco, alguno habrá analfabeto y rabioso, incluso habrá algún despistado de Falange. Pero no creo que muchos más que en otras formaciones. El caso es que he charlado con unos cuantos votantes de VOX en las últimas elecciones andaluzas y son todo lo contrario, profesionales liberales y profesores, todos ellos de alto nivel intelectual y moral. Comprometidos con los valores más democráticos y liberales, habían votado anteriormente al PSOE, al PP y a Ciudadanos, pero consideran que el partido de Abascal es el que más potentemente desafía dos dogmas del actual sistema político que, precisamente, ponen en cuestión los valores fundamentales de la estructura moral de la Constitución: la libertad, la igualdad y la solidaridad entre todos los españoles. No son el perfil del votante de VOX, fundamentalmente preocupado por la inmigración y la unidad de España, pero creo que sus razones merecen un análisis sosegado.

Los dogmas que discute VOX y que cuentan igualmente con el rechazo liberal son los que imponen la ideología de género, por un lado, y la subordinación al nacionalismo, por el otro, porque están disolviendo como ácido el conjunto de valores compartidos y de vínculos solidarios, de tradiciones y de costumbres, que forman la base de la Nación y del Estado. La Nación como forma ética de vida a partir de la cual se desarrolla una sociedad jurídica que se plasma en una Constitución. En la actualidad, en España no tiene sentido hacer una reforma formal de la Constitución si antes no se enhebran de nuevo los vínculos sociales entre sujetos libres e iguales. Decía Wittgenstein que "imaginar un lenguaje significa imaginar una forma de vida". Análogamente, el desarrollo de una Nación sólo es comprensible desde una forma de vida que se ha desarrollado en la Historia a través de una alianza de seres que, por un lado, comparten una lengua (o varias) y unos ancestros comunes mientras que, por otro, se proyectan hacia una meta de ciudadanos que se relacionan de la manera más virtuosa posible (o menos viciosa). La Nación con mayúscula de la Constitución es la mejora ético-política de la nación étnico-lingüística. Pero la Nación (racional) sin la nación (sentimental) está vacía, del mismo modo que la nación sin la Nación está ciega.

Para estos votantes liberales, el voto a VOX es el resultado de cuatro sentimientos político-morales. En primer lugar, el de indignación política cuando se vulnera el principio de la igualdad ante la ley y su correlato de la presunción de inocencia, ambos menoscabados por la Ley de Violencia de Género. En segundo lugar, el de desafección respecto al cumplimiento de la Ley provocado por la impunidad con que los nacionalistas socavan el imperio de la Ley en Cataluña. En tercer lugar, el de humillación al ver convertidos en ciudadanos de segunda a todos aquellos que, bien sea por la Ley de Violencia de Género o por el golpismo de los políticos catalanes, no se sienten amparados y defendidos por el Estado de Derecho. En cuarto lugar, el generado por la continua ofensa y desprecio de los nacionalistas y la izquierda que se pretende progresista y cosmopolita pero que solo es nihilista a los símbolos de la nación española, a la que detestan. El odio de los nacionalistas viene de su creencia de que en Cataluña y País Vasco la relación entre el español y el catalán/el vasco es de suma cero, por lo que solo una lengua cabe en su territorio. El desprecio de los progresistas les viene de su patológica identificación entre lo español y lo franquista, que se ve aumentada por el cultivo de un morboso resentimiento a través de la memoria histórica.

Se suele acusar también a VOX de ser un partido inconstitucional, preconstitucional o anticonstitucional, según sea de ingenioso el tertuliano de turno. Pero lo cierto es que la Constitución ha sido subvertida por todos aquellos que han introducido subrepticiamente los significados que están haciendo cambiar el espíritu de la misma en un sentido que no era el originario, para que se actualice según las necesidades e intereses particulares de quienes detentan el poder. Los liberales que apoyan a VOX no están de acuerdo ni con sus planteamientos selectivamente antimusulmanes ni contra los homosexuales (véase sus propuestas de no enseñar el islam en el sistema educativo o de acabar con el matrimonio homosexual), pero consideran que dichas propuestas no son sino un brindis al sol sin posibilidad de realización. Pero sí consideran que, en alianza con los hasta ahora más tibios PP y Ciudadanos, es posible revertir la situación de modo que se pueda reautonomizar España para que se eliminen los privilegios medievales consentidos a los nacionalistas y acabar con el feminismo radical que consagra la discriminación contra los hombres en el ámbito judicial y político, vulnerando de este modo en su raíz el principio de igualdad formal a favor de una pretendida justicia social material que envenena las relaciones entre hombres y mujeres.

Hablando de mujeres. En la entrevista de Ana Rosa Quintana a Santiago Abascal, la periodista amenazó al líder de VOX con que las mujeres no le votarían. Sin embargo, la evidencia disponible indica que al menos la mitad de los votantes de VOX son mujeres (Sondeo 40dB). También, y contra los prejuicios de Llamazares e Innerarity, resulta que VOX destaca en cuanto a los estudios de sus votantes. Finalmente, incluso Errejón e Iglesias han reconocido que Venezuela no es el paraíso político y económico que nos habían vendido. ¿Terminarán por admitir Carmen Calvo y Pedro Sánchez que la Ley de Violencia de Género es un infierno social y que dialogar con golpistas y racistas es una infamia moral? Esperemos que para entonces no sea demasiado tarde.

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