La polémica en torno al llamado 'pin parental' pone de manifiesto, una vez más, la manera decepcionante con que el Partido Popular afronta la batalla de las ideas. Su ambigüedad en la defensa del derecho de los padres a evitar que sus niños sean adoctrinados en la basura que promueven los socios de Sánchez refuerza el discurso de la izquierda. Pero lo peor no es esa cobardía popular heredada de Rajoy, sino la forma en que los populares tratan de ocultar su falta de compromiso político.
Porque la necesidad que tienen millones de padres de controlar las actividades complementarias de los centros educativos es, en gran parte, culpa del PP, que evitó llevar a cabo una reforma a fondo de la enseñanza para garantizar los derechos constitucionales de padres y alumnos. Mucho menos afrontó el saneamiento imprescindible de las estructuras orgánicas del cotarro educativo, okupadas en masa por los talibanes logsianos, que tienen secuestrada la educación pública desde hace décadas, con los resultados conocidos.
Pero es que es todavía peor, porque las legislaciones autonómicas que abren la puerta a que los kolectivos más sectarios de la izquierda campen a sus anchas por los centros públicos se aprobaron, sin excepción, cuando gobernaba el PP. Con mayoría absoluta, ojo, sin que quepa a los populares el pretexto de que tuvieron que transigir con las exigencias de la oposición. Lo hicieron para que la izquierda les perdonara gobernar con el voto de los fachas, una cosa que siempre ha provocado mucho asquito a los dirigentes del PP. Ahí tienen las consecuencias.
Ahora dicen que con ellos en los Gobiernos autonómicos no hay necesidad de pin parental ni existen reclamaciones de los padres en tal sentido. Y es cierto, porque el PP suele gobernar con cierta sensatez. Pero no se dan cuenta de que el problema es que han alfombrado la legislación para que cuando gobierne la izquierda arrase con todo simplemente aplicando a rajatabla las leyes y reglamentos del PP.
Y, claro, ahora llegan los impertinentes de Vox y ponen a los populares frente a su responsabilidad obligándoles, qué barbaridad, a tomar posición. A ver por dónde nos salen.