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Agapito Maestre

El Señor Presidente y Núñez Feijóo

El sector más maduro e inteligente del electorado del PSOE podría cambiar su voto a favor del PP. Eso nunca sucedería al contrario.

El sector más maduro e inteligente del electorado del PSOE podría cambiar su voto a favor del PP. Eso nunca sucedería al contrario.
Pedro Sánchez y Núñez Feijóo. | EFE

Sánchez, El Señor Presidente, se ha quejado de que Núñez Feijóo, el presidente del PP, no se ha dignado a llamarle por teléfono para pactar no sé qué medidas sobre el ahorro energético. Quizá tenga razón. Para deshacer el equívoco sería bueno que el dirigente del PP solicitase una reunión formal con El Señor Presidente. Así se libraría de la acusación gubernamental sobre su negativa a pactar medidas. Ayudaría a sacudirse el pelo de la dehesa negacionista y ganaría enteros ante su potencial electorado socialista. Pero no nos hagamos ilusiones. Los dos están obligados a consensuar para paliar la terrible crisis que nos espera. Sin embargo, no creo que lo hagan. Sus intereses de partido están por encima de los intereses de la Nación. En realidad, la democracia, la fortaleza de una democracia depende, paradójicamente, de un detalle más o menos técnico: el procedimiento electoral. Y, hoy por hoy, el calendario de ese procedimiento marca la vida política.

Por lo tanto, aunque digan lo contrario los actores principales de los partidos, los tiempos para esta gente son decisivos. Están acorralados para bien y para mal por el calendario electoral. Dicen que en el caso de Núñez Feijóo el tiempo juega a su favor, mientras que para El Señor Presidente todo va demasiado rápido y ya no tiene tiempo para cambiar de estrategia. Quizá por eso se dedique única y exclusivamente a dar mitines. Un total de 26 arengas al pueblo ha anunciado hasta las elecciones municipales y autonómicas; pocas me parecen para un político que está de mitin permanente. Todo él es un mitin. El Señor Presidente fue un mitinero-médico durante el Covid-19, fue hombre del tiempo cuando el temporal de Filomena, actuó de gran mitinero-cicerone en el Museo del Prado en la reunión de la OTAN, y así desde que llegó a La Moncloa hasta hoy nadie podrá negarle su capacidad para el brochazo gordo y la bronca, la descalificación del adversario político y la persecución de la Oposición. Es El Señor Presidente a todas horas. En el avión Falcón y en el parlamento, en la sede de La Moncloa o en Honduras, no importa el lugar que ocupe, porque él siempre es El Señor Presidente. Un ser superior. Es más que un político con dudas y aciertos. Es alguien sin fisuras. Integra en su acción de gobierno lo que un ser normal sería incapaz de integrar. Cuando no hace política, nos la explica; y cuando la hace, se calla. Es un todo terreno. Todo él es un mitin andante. Vale para un roto y un descosido. Es un portento. Eso lo saben bien quienes lo mantienen en la cúspide: exetarras, separatistas, nacionalistas, comunistas, Teruel existe y gente así.

​Y, sin embargo, allá por dónde él va, por qué no decirlo, no gusta. Cae mal. Eso por no hablar de que es gafe: trae enfermedades, borrascas terribles, sequías, guerras… No hace nada que le salga a derecho. Porque Núñez Feijóo conoce bien los esplendores y las miserias de El Señor Presidente, ha renunciado al mitin y la confrontación directa con él para centrarse en la elaboración de un programa económico que convenza a un sector del electorado socialista. En este ámbito tiene margen el PP. El sector más maduro e inteligente del electorado del PSOE podría cambiar su voto a favor del PP. Eso nunca sucedería al contrario. El Señor Presidente es tan arrogante y autoritario que pocos demócratas del PP lo votarían. Esta circunstancia tiene el "corazón partio" de los barones socialistas, que presionan a El Señor Presidente para que adelante las elecciones generales o se esconda, mientras dure la campaña. Un imposible. El Señor Presidente está atrapado en su propia red. La suerte parece echada. Y, mientras tanto, los españoles tendremos que pagar la arrogancia de El Señor Presidente y el exceso de prudencia de Núñez Feijóo.

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