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Feijóo, el último "ultra" y el Poder Judicial

El precio a pagar era una traición sin paliativos. El PP se ha levantado de una mesa en la que no se tendría que haber sentado jamás.

Antes de sentarse a negociar nada con el Gobierno, el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, tendría que haber exigido a Pedro Sánchez que se deje de pisotear a las víctimas del terrorismo con la suelta de los asesinos etarras, que la Generalidad detenga la persecución de los castellanohablantes en Cataluña y que cese el golpe de Estado que lidera el Gobierno y trata de legalizar en sus tratos con ERC para demoler la Nación. Entre otras condiciones.

Era evidente hasta para Cuca Gamarra que mientras el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, apañaba con Esteban González Pons el asalto al Poder Judicial, el Gobierno y ERC avanza en la agenda de la llamada "desjudicialización", de la que la reforma del delito de sedición no es más que una ínfima parte. De ahí que la portavoz popular pidiera no mezclar ambos asuntos poco antes de que Feijóo aprovechara la incontinencia parlamentaria de la ministra María Jesús Montero para escapar de la trampa.

Las advertencias de algunos medios, pocos, en contra de la viscosa negociación entre Bolaños y González Pons, así como la intervención de dirigentes del PP como Isabel Díaz Ayuso han pesado más por una vez que los deseos de Feijóo de complacer a la izquierda y parecer "más centrado", más del gusto de Sánchez y sus palmeros. El precio a pagar no sólo era un error estratégico terminal. Era una traición sin paliativos, la participación en la toma del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y del Tribunal Constitucional en la que están embarcados Sánchez y sus socios, empeñados todos en la desmembración de España.

Que Feijóo haya atendido los requerimientos de quienes le advertían de las graves consecuencias de esa negociación no debería causar la menor extrañeza. Los medios de izquierda atribuyen la "espantada" de Feijóo a una sórdida campaña de "la derecha mediática", de la "ultraderecha" y hasta de Isabel Díaz Ayuso y demás "poderes ocultos". El señalamiento de las terminales mediáticas del Gobierno es feroz. Están demasiado acostumbrados a que los sucesivos líderes del PP acaten con mansedumbre sus dictados, sus relatos y sus argumentarios.

No es extraño, pues, que esos medios que ponderaban el supuesto sentido de Estado de Feijóo por colaborar en los planes de Sánchez para la ocupación del Poder Judicial le tachen ahora de "pelele" de la "ultraderecha" y "títere" de una presunta trama mediática, judicial y económica en contra de la democracia. Lo que ha sucedido y es real es que el PP se ha levantado de una mesa en la que no se tendría que haber sentado jamás, una mesa en la que se barajaban los nombres propios del asalto golpista al Poder Judicial para blanquear, de entrada, los delitos pasados, presentes y futuros del separatismo en contra de la libertad, la igualdad y la convivencia de los españoles.

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