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Itxu Díaz

Como un animal sitiado

Hasta las peores sectas destructivas conceden más libertades a sus miembros que la izquierda contemporánea climática.

Hasta las peores sectas destructivas conceden más libertades a sus miembros que la izquierda contemporánea climática.
Joaquín Sabina (i) posa junto al director de cine Fernando León de Aranoa (d) durante la presentación del documental | EFE

Se ha quedado una tarde estupenda para escuchar Lo niego todo. Mi enhorabuena a Joaquín Sabina, que ya es oficialmente un fascista. Ser progre tiene sus ventajas, pero es un coñazo y, si te descuidas, te ponen a hacer el ridículo en televisión simulando una cejita con un dedo. Lo más subversivo y emocionante que puede concederse un izquierdista contemporáneo es comerse a escondidas unas chuletitas. La casa por la ventana. Contaminando como si no hubiera mañana. Y con ternericidio incluido.

Por eso, si lo que quieres es sentir emociones fuertes, el facherío es tu lugar. Allí puedes comer lo que quieras, pensar lo que quieras, y decir lo que quieras, incluso aunque no incluya contenido ideológico, que siempre habrá alguien que encontrará la manera de confrontarlo políticamente. Un facha se levanta a las 6 de la mañana, entra en Twitter y escribe "buenos días", y en menos de un segundo aparecerá un tipo diciendo "serán para ti, fascista", al minuto otro un poco fumado, con "¡sexista de mierda!", y otro más, enfadadísimo: "ya estamos con las cortinas de humo para no hablar de lo de Ayuso". Un festival. Si además escribe: "Buenos días nos dé Dios", las respuestas airadas al tuit se multiplicarán por mil e incluirán referencias a la cruz del Valle de los Caídos, a curas pederastas, al coste de los ornamentos de la liturgia, y a Franco.

Hasta las peores sectas destructivas conceden más libertades a sus miembros que la izquierda contemporánea climática, come-hombres, instruye-jueces, y comunista. La lapidación de Sabina, anteayer aún icono progresista, por unas breves declaraciones sobre el comunismo, no es solo la típica bulla de una izquierda cada día más uniformada a la fuerza, sino una condena que pretende ser ejemplarizante: hasta Sabina ha resultado tiroteado en cientos de tuits y columnas por sacar los pies del tiesto; nadie está a salvo. El comentario más repetido entre sus fans desengañados resultó también un tanto desconcertante: "¿Qué esperabais de un taurino?".

La izquierda hoy es como el alfiler que los ejércitos de Rusia y China ponen en el cuello del uniforme de algunos de sus nuevos soldados, para que aprendan a mantener la cabeza erguida. Pero hay cosas que están cambiando. Sabina, Loquillo, Alaska, David Summers, Miguel Bosé. La generación de artistas que vivió la verborrea excéntrica de la movida se está hartando de que los niñatos canuteros de la Complu, ahora con coche oficial, les manden callar con un condescendiente: "OK, boomer", sea cual sea el tema de conversación, si no encaja en sus estrechas miras. A ellos. A los que hicieron fortuna presumiendo de su lengua afilada. Tengo para mí que si este año se despidió Siniestro Total de los escenarios es porque más pronto que tarde sería imposible llevar su repertorio por ahí: Ayatollah!!!, Me pica un huevo, Cuánto puta y yo que viejo, o Más vale ser punkie que maricón de playa plantean algunos inconvenientes a los censores socialcomunistas, cuyo principal enemigo es la diversión. Rezo para que ninguno de los progres con tijera dedique un rato a leer las letras de Un Pingüino en mi Ascensor.

A algunos les ha costado demasiados años descubrir que no hay nada más intolerante que la izquierda. Y los hay peores: los que piensan lo mismo que Sabina, pero guardan silencio mientras no les toca a ellos, porque más interesante que la libertad de expresión les resultan las contrataciones de los camaradas con cargo público.

Al final, el zurdo, que diría el rock and roll star Javier Milei, vive manco, con medio cerebro amputado. Vive solo media vida. Debe ser horrible ser incapaz de escuchar la música de un artista si no te gusta lo que vota, lo que hace los sábados por la tarde, lo que hace en su vida conyugal, o lo que dice en las entrevistas. El día —Dios no lo quiera— que este veneno sectario se inyecte también en la derecha, España será un gran bostezo y nada más, y la cultura será solo propaganda, un páramo intelectual.

Buena parte de los ataques a Sabina proceden de periodistas y fans que no superan los 30 años. La generación más preparada de la historia ha resultado ser más bien la generación más intolerante de la historia. Mantenerse al margen de su lluvia fina es para valientes o para tipos como Sabina, Loquillo, o David Summers, que tienen la edad y entidad suficiente como para ser impermeables a la lluvia de los talibanes de la cultura. En este clima un tanto irrespirable, los que renunciamos a que nos impongan lo que debemos pensar entendemos cada día mejor aquello que dejó escrito Gómez Dávila: "Todo hombre vive su vida como un animal sitiado".

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