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EDITORIAL

Sánchez pacta con los proetarras la expulsión de la Guardia Civil de Navarra

Si el lema de la Guardia Civil es "Todo por la patria", el del nihilista Pedro Sánchez bien podría ser "Todo por la poltrona".

Si el lema de la Guardia Civil es "Todo por la patria", el de Pedro Sánchez bien podría ser "Todo por la poltrona": No contento con sostener y no enmendar el bodrio jurídico del "sólo sí es sí" para no desairar a sus socios podemitas, y no atragantándose tampoco con la cesión a los golpistas catalanes de erradicar el delito de sedición del Código Penal, el gobierno de Pedro Sánchez acaba de pactar con los proetarras de Bildu la expulsión de la Guarcia Civil de Trafico de Navarra y otras bochornosos medidas de euskaldunización de esa Comunidad foral. Todos debemos recordar nuevamente cómo fue el propio Sánchez el que dijo que "no dormiría tranquilo" con Podemos en el Gobierno; o que fue el propio Sanchez el que, lejos de querer erradicar el delito de sedición, lo que expresó era su deseo de que los golpistas fueran juzgados por un delito aun más grave como era el de rebelión. Pues bien, nuevamente hay que recordar como este felón que preside el gobierno de esta nación también simulaba tener límites morales al afirmar reiteradamente que jamás pactaría con Bildu.

Está visto, sin embargo, que no hay más límite o código moral para Sánchez que la aritmética parlamentaria que le permita, con quien sea y a cambio de lo que sea, sacar adelante los presupuestos y mantenerse en el poder. Y ciertamente su nihilismo moral ya practicamente lo ha logrado, pues con el apoyo de los proetarras, unido al ya obtenido de otras formaciones nacionalistas, separatistas y de extrema izquierda, cuenta con 174 diputados a favor de los presupuestos, apoyo suficiente para sacarlos adelante aun cuando ERC decidiera, poco previsiblemente, abstenerse.

Así, huelga decir que esta bochornosa retirada de la Guardia Civil no obedece a ninguna crítica a la acreditada competencia de la Benemérita a la hora de controlar el tráfico en Navarra sino a la no menos acreditada repugnancia del entorno etarra a cualquier presencia española, especialmente a la Guardia Civil, colectivo que más sufrió el criminal zarpazo de la banda. Que Sánchez ceda ante quienes jamás han condenado los asesinatos de guardias civiles como los de cualquier otra víctima de la ETA —entre ellas, algunos socialistas— muestra el grado de nihilismo moral de quien preside nuestro gobierno. Eso, por no hablar de otras cesiones a los proetarras, menos ofensivas en lo simbólico, pero no menos graves y criticables como son la promoción del euskera y las subvenciones a radios en vascuence afines a la formación proetarra en aquella comunidad autónoma que los abertzales no renuncian a disolver e integrar en su fatasmagórica y delirante Euskalherria.

Ante este vergonzoso panorama sólo cabe exigir a la oposición constitucionalista que no espere a verlas venir y que, por el contrario, dé la batalla de ideas, tanto en el parlamento como en los medios de comunicación como en la calle, para trata de anticipar cuanto antes la celebración de unas nuevas elecciones generales. ¿O es que de verdad Feijóo ya no se va a molestar en debatir con Pedro Sánchez, aunque no sea en el Congreso, hasta la sesión de investidura con la que el líder del PP confía ser nombrado nuevo presidente del Gobierno? Ya veremos en qué queda su decisión de rehuir la moción de censura. Pero, desde luego, tumbarse a la bartola no es la mejor estrategia para desbancar a quien nada le quita el sueño excepto la posibilidad de perder las elecciones.

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