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José García Domínguez

El bisoño Gallardo

No parece que este sea el tiempo oportuno para crear un conflicto con el Partido Popular que limite su capacidad de atraer nuevos votantes.

No parece que este sea el tiempo oportuno para crear un conflicto con el Partido Popular que limite su capacidad de atraer nuevos votantes.
El vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García Gallardo. | EFE

Con buen criterio, Isabel Díaz Ayuso acaba de calificar de "torpeza" el proceder del bisoño e incompetente, pues ocupa un cargo gubernamental desprovisto de competencia alguna, Gallardo, ese vicepresidente teórico y exclusivamente ornamental de la Junta de Castilla y León. Y es que el bisoño Gallardo, que como diría el gran José María García, está verde, verde, verde, no ha entendido que esto de la política funciona como la física de la relatividad de Einstein, donde las variables fundamentales son el tiempo y el espacio. Al bisoño Gallardo todavía no se lo han explicado, de ahí que desconozca aún que lo que marca la diferencia entre los políticos profesionales y los aficionados, esos que sientan doctrina en los foros de Twitter o en las barras de los bares, apela justo a eso, a comprender los conceptos de tiempo y espacio.

Así, como les ocurre por norma a sus iguales de las redes, el bisoño aficionado Gallardo también resulta ser lo bastante obtuso y limitado como para no captar que si el objetivo consiste en que la derecha, la derecha en su conjunto, gane las elecciones generales, esas que ya están a la vuelta de la esquina, no parece que este sea el tiempo oportuno para crear un conflicto con el Partido Popular que limite su capacidad de atraer nuevos votantes entre los socialistas descontentos con Pedro Sánchez.

Está claro que lo del tiempo no lo ha entendido. Y lo del espacio, tampoco. Porque la política, ya se ha dicho, igualmente va de espacios. Así, si el bisoño aficionado Gallardo quiere que los suyos influyan algún día en la Moncloa, que no es lo mismo que influir en las portadas de los periódicos, debería trabajar para que la derecha, también en su conjunto, logre ampliar su espacio sociológico de influencia. El bisoño no lo ha pensado nunca, pero es que, o consigues eso, o los que ganan resulta que son los otros. Y ocurre que la bandera del aborto, guste o no admitirlo, no suma ni un solo voto adicional al espacio conservador. Ni uno. Cuánta razón la de Ayuso.

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