A apenas cinco minutos ya de las elecciones generales, la derecha está en la calle y la izquierda, en Twitter. No es lo mismo, ciertamente. Así las cosas, el que la coalición revalide su estancia al frente del Gobierno en el futuro puede acabar dependiendo de dos fechas del pasado, a saber: el 1 de octubre de 2017, jornada que no requiere de mayor aclaración en cuanto a su significado, y el 5 de julio de 1985, aquel día de hace 37 años largos años en el que las Cortes aprobaron la inicial norma reguladora de la interrupción voluntaria del embarazo. Si el Partido Popular logra instalar durante los próximos meses la resaca jurídica y política de primera de ellas entre las inquietudes prioritarias del electorado, Feijóo contará con bastantes más probabilidades de convertirse en el próximo presidente del Gobierno.
Por el contrario, si el PSOE, Podemos y Vox consiguen desviar el eje del debate para orientarlo hacia el ámbito de la segunda, el de la regulación el aborto, será Sánchez quien llegue a las puertas de la campaña electoral gozando de la prima que con toda seguridad le ofrecerían esos vientos de cola. Movilizar a la derecha es uno de los empeños más difíciles que existen, y casi la única manera de conseguirlo es yendo con la bandera rojigualda por delante. Solo la cuestión nacional consigue sacarlos del sofá del salón de casa. Únicamente la cuestión nacional. De ahí que para Feijóo resulte crítico mantener en los próximos meses la tensión en torno a las cesiones políticas del Gobierno al independentismo catalán.
Y todo lo que desvíe el foco de ese objetivo táctico prioritario acabará redundando en un alivio de la presión sobre el Ejecutivo. Ahora mismo, las tripas de la última encuesta del CIS revelan que el PP ha logrado captar al 7% de antiguos electores de Sánchez que resultan imprescindibles para que la suma de las derechas obtenga mayoría absoluta en las Cortes. Atraerlos ha sido difícil; perderlos, sin embargo,resultaría bien sencillo. Al cabo, bastaría con seguir dándolo vueltas todos los días a la matraca de los latidos. Ellos sabrán.