
La moción de censura planteada por Vox no va a salir adelante por motivos obvios, puesto que no cuenta con más respaldo que el de su propio grupo parlamentario. Incluso con los votos de la bancada popular tampoco obtendría una mayoría suficiente para desbancar a Sánchez de la presidencia del Gobierno, evento largamente deseado por una amplia mayoría de ciudadanos para el que habrá que esperar unos meses más, hasta las próximas elecciones generales. Pero una cosa es plantear una iniciativa parlamentaria solvente, aunque esté condenada al fracaso, y otra bien distinta montar una operación en el Congreso que va a deteriorar la imagen propia mucho más que la del que tiene que defenderse de ella.
Uno de los argumentos esgrimidos por los partidarios de Vox es que el partido conservador ocupará el centro de la actualidad informativa durante los días en que se debata su moción en el Congreso. Al parecer, entienden que es acertado adoptar medidas que pongan a Vox en el centro de la atención mediática porque la popularidad es siempre positiva. Pero si se trata únicamente de abrir telediarios, basta con que cualquier diputado de Vox suba a la tribuna del hemiciclo y organice un altercado que obligue a intervenir a la fuerza pública. El impacto mediático sería de dimensión mundial, pero quizás no sea la imagen más positiva que el partido de Abascal querría transmitir a su electorado.
La elección de Ramón Tamames como figura de consenso para defender la moción de censura no parece tampoco la más adecuada. En primer lugar, porque no ha suscitado el menor apoyo entre los partidos con representación parlamentaria, que era precisamente la intención al elegir a una persona ajena a la política activa. Por otra parte, sus opiniones favorables a la operación secesionista del nacionalismo catalán, acreditadas en sus últimas publicaciones, lo convierten en un personaje que va a concitar los ataques del PP y las burlas de los socios de Sánchez. Algo que un señor de su edad y trayectoria no merece.
Pero en estas ha llegado el Tito Berni, un personaje providencial que va a tener un indudable protagonismo en las sesiones de debate de la moción planteada por Vox. El escándalo de las orgías con prostitutas y drogas en compañía de numerosos parlamentario socialistas (¿se librará alguno?), del que vamos a ir conociendo en los próximos días los capítulos más sórdidos, es lo único que va a salvar a Vox de protagonizar un estrepitoso fracaso en términos de imagen ante el electorado.
Sánchez salvará la moción pero se ganará la censura los votantes, incluidos muchos de izquierdas, que no van a perdonar el espectáculo que están dando el PSOE y sus diputeros.