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José T. Raga

Por la boca muere el pez

¿Qué opinaría, Presidente, si –aplicando un razonamiento equivalente– dijéramos que en España hay buenas autopistas gracias a Ferrovial?

¿Qué opinaría, Presidente, si –aplicando un razonamiento equivalente– dijéramos que en España hay buenas autopistas gracias a Ferrovial?
Pedro Sánchez | Cordon Press

Lo que es cierto, con independencia de que el pez sea o no patriótico. Fuera del agua, la discreción, la moderación en la palabra, ha sido siempre la mejor amiga del hombre, individual y socialmente.

El Presidente del Gobierno ha acusado de antipatriótico, con gran difusión, a un destacado empresario español; acusación especialmente notable porque la referencia a la patria –España– no me consta que haya sido utilizada por el Presidente en ocasiones anteriores, prefiriendo apelativos como país o nación, pero nunca patria.

Bueno es que el Presidente se sienta patriótico y que, desde ese sentimiento, censure a los que no lo son. A partir de ahora esperamos ser obsequiados por ese patriotismo, del que siempre ha carecido el gobierno.

Sí me resulta bochornoso el estribillo que los suyos memorizan, repitiéndolo una y otra vez, así como que el país —la patria– obligue a dar explicaciones a un acusado gratuito por sus imputaciones. Para mí, el señor Del Pino no tenía razón alguna para aclararlo, aunque, de querer hacerlo, hubiera bastado manifestar que es libre para decidir su residencia y la de sus intereses económicos; nada más.

Que eso no lo habría entendido el Presidente Patriótico no me extrañaría, porque lo de la libertad es una asignatura pendiente históricamente. Con palabras más elocuentes que las mías, eso le han contradicho desde Holanda tras sus improperios.

Desde su efímero patriotismo justifica la marcha a los Países Bajos para eludir impuestos. Lo cual, además de no ser cierto, me obliga a cuestionar: ¿acaso no es lícito buscar la mejor posición para la empresa, y también para las personas?

La U.E. está basada en el mercado competitivo, y las empresas, en libre competencia, deben de buscar las condiciones más favorables en la Unión. Además ¿por qué sí a la competencia entre empresas y no entre Estados? ¿Es que debemos soportar –silenciosamente– el derroche público para que pase desapercibido?

El Presidente patriótico, acusando, ha mordido un anzuelo que debería pasarle factura electoral. Refiriéndose a Don Rafael del Pino lo ha descrito como "la tercera o cuarta fortuna de España, que en buena medida la ha hecho gracias a España". O sea, que Ferrovial no ha puesto nada.

¿Qué opinaría, Presidente, si –aplicando un razonamiento equivalente– dijéramos que en España hay buenas autopistas gracias a Ferrovial? Esa envidiada fortuna, que yo sepa, no ha sido como las del caso Mediador; no ha habido en la larga historia de Ferrovial un Tito Berni y, si cree que las concesiones de obra pública no cumplieron los concursos reglamentarios debe denunciarlo, penalizando a los autores, y no afirmar que la fortuna es gracias a un bienhechor llamado España.

Imagino que su acusación movilizará votos de esa izquierda frentepopulista que le sostiene, pero eso ¿realmente le interesa…?

¡Discreción, Presidente, discreción, para no morder anzuelos! Y medite sobre la seguridad jurídica, que algo habrá. ¿O la pérdida de valor de Indra no tiene relación con la sustitución gubernamental del alto ejecutivo?

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