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Mercaderes chantajeados ante indiferentes

Lástima de vieja nación, abandonada por los pocos que se supone que todavía desean que sobreviva.

Lástima de vieja nación, abandonada por los pocos que se supone que todavía desean que sobreviva.
Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. | Europa Press

Algunas veces el tiempo modera la opinión negativa que de los gobernantes tuvieron sus contemporáneos. Sin ir más lejos, hoy Felipe González es considerado un gran estadista, a pesar de ser el mayor responsable de lo que es el PSOE actual y por tanto de lo que los socialistas están haciendo con España. Muchos le reconocen a Zapatero el mérito de haber liquidado a la ETA cuando lo que realmente hizo fue resucitarla para tener un aliado con el que aislar primero a UPN en Navarra y luego al PNV en el País Vasco. Con Sánchez no será igual. De la misma manera que el médico no ha sido capaz de borrar las marcas de viruela de su rostro de granito, no habrá periodista ni historiador que pueda decapar de su figura los quintales de infamia que a ella se han agarrado este jueves.

Lo del uso de las lenguas cooficiales en las Cortes puede ser folclore, anécdota o espectáculo con el que salir en los telediarios de todo el mundo para que se rían de nosotros. No será la primera vez ni será la última. Lo de dirigirse en catalán a los eurodiputados no saldrá porque Francia no lo permitirá, no vaya a ser que se extienda la epidemia a sus eurodiputados bretones, provenzales o vascos. Lo de la amnistía, que ha quedado formulado en términos muy vagos, y lo del referéndum, del que todavía no se ha acordado públicamente nada, quedan para la segunda mano de ignominia que se va a dar Sánchez con ocasión de la investidura. Hoy, lo más vergonzoso es lo de las comisiones de investigación. El presidente del Gobierno del reino de España, a cambio de que el Congreso de los Diputados esté presidido por una socialista y de tener el control de la Mesa de la cámara, ha consentido que dos partidos golpistas investiguen a nuestros servicios secretos. Que lo hagan por hacer su trabajo, esto es, espiar a los golpistas catalanes con el fin de evitar que vuelvan a atentar contra la unidad de España, es ya suficientemente indigno. Pero que los interroguen para investigar la supuesta participación de los mismos en un atentado terrorista en Cataluña que costó la vida a 16 personas conlleva tanta iniquidad como para llenar el Nou Camp con ella. A esto los periodistas de cámara, siervos del dinero público, esclavos de las subvenciones y de la publicidad institucional, lo llaman integrar a Cataluña en España. Y luego, cuando tras humillar e insultar a los funcionarios del CNI, llamen a comparecer a sus jefes socialistas, potenciales responsables de ocultar los delitos que se quieren investigar, el PSOE acudirá al PP apelando a su sentido del Estado para que se oponga con ellos a tan inconvenientes comparecencias.

Para rematar el panorama, Abascal y Feijóo, en vez de establecer una estrategia común contra semejante ataque a la dignidad del Estado, parten peras por un puesto en una Mesa que en ningún caso van a controlar. Dan así la sensación de que en realidad nada grave está pasando ya que ellos pueden permitirse el lujo de pelearse por tan trivial asunto. Lástima de vieja nación, chantajeada por quienes quieren destruirla, vendida por quienes tienen la obligación de defenderla y abandonada por los pocos que se supone que todavía desean que sobreviva.

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