Comenzó el domingo torcido, con esa puñalada para todos, amantes de la radio o no, melómanos o no, adictos al deporte o no, que había supuesto la muerte de Pepe Domingo Castaño, un tipo brillante, polifacético y ante todo buena gente que durante años fue capaz de innovar y ser elite en lo suyo. Su inesperada marcha provocó una lógica conmoción y uno de esos recurrentes mazazos que nos demuestra, de cuándo en cuándo, lo frágil que es la existencia humana. De ahí que el minuto de silencio en su recuerdo que precedió a la final de la Supercopa Endesa en el Palacio de los Deportes de Murcia fuera de los de verdad: de esos que guardan respetuosamente todos los presentes y durante un minuto exacto. No siempre es así, ya saben.
Para mi generación, el Pepe Domingo Castaño compositor o presentador televisivo queda un poco lejos. Le conocí, ante todo, como ese tipo capaz de convertir en divertido un anuncio radiofónico de una motosierra, un puro o unos espárragos con denominación de origen, logrando que sus compañeros de estudio y los oyentes le acompañaran en unos coros tan pegadizos como probablemente absurdos en cualquier otro contexto. ¿Recuerdan aquel ‘¡Pipas Facundo, un placer de este mundo!’?. Pues eso: ridículamente brillante.
Viene a mi cabeza aquella disparatada y exitosa cuña publicitaria por la primera exhibición de Campazzo, Facundo, en su retorno al Real Madrid. Como ocurrió hace un par de años con su compatriota Gaby Deck, pareciera que el cordobés no se hubiera ido del equipo blanco, a tenor de lo visto el fin de semana en Murcia. No es que haya encajado como un guante, dado que su adaptación personal y deportiva ha sido tan rápida como cabía esperar. Es que su sola presencia sitúa al vigente campeón de la Euroliga en otra dimensión de frescura, amenaza y velocidad en el juego. Si el primer equipo de Chus Mateo acabó levantando dos títulos, entre ellos el más prestigioso del Viejo Continente, pero quizá teniendo menos ascendencia en el corazón de sus fieles de la que había logrado en campañas previas, la puesta en escena de esta nueva temporada ha enseñado un Madrid más impactante, en el que el menudo director de juego argentino eleva su creación de juego y la intensidad de su primera línea defensiva. Si además, Tavares sigue siendo el ‘5’ más dominante de Europa, y Mateo encuentra tres amenazas sólidas en las alas como han sido Deck, Hezonja y Musa por momentos en la Supercopa, es lógico que la parroquia merengue piense que este curso resulta prometedor.
Quien sabe si el segundo batacazo consecutivo con Argentina (tras no jugar la Copa del Mundo recién acabada, la albiceleste tampoco estará en los próximos Juegos Olímpicos) aumentó el hambre competitiva de Campazzo, necesitado de volver a dominar tras el ostracismo en la NBA. Murcia le recibió como el ídolo que allí es, en lo que era un aviso de la que iba a liar: 18 puntos y 5 asistencias de media entre los dos partidos del torneo, pero, ante todo, una sensación de dominio apabullante en los momentos críticos de ambos partidos: en los 55 minutos que ha jugado, los blancos han sacado una descomunal ventaja de 44 puntos a sus rivales (+21 ante el Barça, +23 frente a Unicaja). Su capacidad para escurrirse entre los defensores rivales con ese bote bajo demoniaco no limita su enorme fortaleza, posiblemente pulida aún más en Estados Unidos. No en vano, en Murcia ha dejado varias penetraciones chocando contra rivales mucho más pesados que no han podido evitar su canasta. Y en defensa es un incordio constante, exprime al límite a los rivales y encuentra rendijas donde no parecen existir, en un juego al límite del reglamento que explota como nadie para desesperación del contrario. Este Campazzo 3.0 parece un arma perfeccionada del que ya se marchó de la capital de España erigido en líder.
Pero recuerden, el argentino llegó al Madrid como una apuesta para la que no todos veían éxito. Le tocó, con perdón, comer mucha mierda en su primer año, aquel 2015 de Euroliga blanca con el cordobés en un papel totalmente residual. Salió a hacer la ‘mili’ precisamente a Murcia -dos años cedido- y, a su regreso, se convirtió progresivamente en capitán general de los madrileños. "No pensaba nunca en llegar a tener este papel en el Madrid", dijo en zona mixta tras el triunfo ante Unicaja este coleccionista de MVP con la casaca blanca: ya tiene tres de la Supercopa (2019, 2020 y este), uno de liga (2019) y otro de Copa (2020) para que nadie le discuta el mando en plaza en Felipe II.
Durante la final de la Supercopa pensaba para mí la pena que ha sido para los aficionados al baloncesto por estos lares dejar de disfrutar de Campazzo durante su periplo NBA. No se le puede reprochar en absoluto cumplir su sueño de niño, pero sí que, viéndolo cómodamente desde el sofá, queda la sensación de que su sitio nunca debió de dejar de estar en este baloncesto. Este extraño elemento que no alcanza los 180 centímetros de talla ha evolucionado hasta uno de los grandes dominadores del juego a este lado del Atlántico.
Quizá, desde algún lugar, Pepe Domingo sonría ahora, al reconocer que, ver jugar a este Facundo también es "un placer de este mundo". Y el Madrid, desde la nueva dimensión que le aporta el cordobés, probablemente ve su futuro de una forma más optimista. Motivos tiene, aunque la vida sea tan frágil a veces.