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Daniel Rodríguez Herrera

Qué es de verdad la causa palestina

No dudo que existan palestinos que sólo quieran vivir en paz, pero sus líderes y la opinión expresada públicamente lo que quieren es destruir Israel.

No dudo que existan palestinos que sólo quieran vivir en paz, pero sus líderes y la opinión expresada públicamente lo que quieren es destruir Israel.
La cúpula de hierro de Israel se activa ante los bombardeos de Hamás. | EFE

La solución de dos (o tres) estados ha sido el mantra con el que todo el mundo ha pretendido hacer como que quería solucionar el conflicto entre Israel y los territorios palestinos. Es comprensible: se trata de algo tan enquistado y que recibe una enorme atención en los medios que políticos, periodistas y académicos se sienten, con razón, obligados a meter baza y ofrecer una salida. Hasta el más apolítico se ha visto forzado en una conversación en la que debía desnudar su opinión sobre el conflicto, mientras que ni siquiera a los más politizados nos preguntan sobre la invasión de Armenia, la guerra civil en Siria o la de Yemen. Pero sobre esto todos parecemos tener la obligación de posicionarnos. ¿Y qué salida más sencilla que dictaminar, ahuecando la voz y haciéndose el sabio, que el conflicto acabará cuando Israel acepte por fin un estado palestino?

El problema es que estamos ante una idea que murió hace más de veinte años, y que Hamás se ha encargado de rematar. La solución de crear un estado palestino siguiendo las líneas dibujadas en los acuerdos de Oslo pereció en el año 2000 cuando Arafat, en lugar de aceptar un acuerdo en Camp David que concedía el 99% de las pretensiones palestinas, se negó de plano a firmar el nacimiento de un estado palestino y decidió, en su lugar, lanzar una revuelta contra Israel. Entre reconocer el derecho a existir de Israel y aceptar unas fronteras donde poder gobernarse a sí mismos, y seguir cantando "Desde el río hasta el mar, Palestina será libre", prefirió seguir cantando.

Porque la causa palestina no es tener un estado propio: es que Israel deje de existir. Lo dicen continuamente; Hamás lo lleva incluso negro sobre blanco en su carta fundacional. No dudo que existan palestinos que estén hasta las narices y que sólo quieran vivir en paz, pero sus líderes y la opinión expresada públicamente lo que quieren es destruir Israel. Pero quienes dicen ser sus amigos en Occidente, por alguna razón, se niegan a escuchar sus palabras reales y lo sustituyen por una suerte de anhelo anticolonial que coincida con sus prejuicios ideológicos.

La causa palestina sólo puede alcanzarse por dos vías, no necesariamente excluyentes: limpieza étnica y genocidio. Israel tiene capacidad militar de sobra para llevar a cabo un exterminio sistemático de los palestinos. Pero no quiere, razón por la cual la población de los territorios palestinos no deja de crecer. En cambio, Hamás y la mayoría de los grupos terroristas que gobiernan ambos territorios sí ansían el genocidio de los judíos. Pero no pueden. Ese abismo moral es el mismo que separa a quienes dicen defender la "causa palestina" y quienes queremos que Israel viva en paz.

A lo largo de las últimas décadas, la presión internacional ha hecho que siga habiendo reuniones y nuevas intentonas de alcanzar una solución de dos estados, pero los únicos que seguían queriendo esa solución eran los israelíes. Ahora, después de haberse ido de Gaza y haber permitido a los palestinos gobernarse a sí mismos durante casi veinte años, lo único que han recibido a cambio son ataques continuos con cohetes y, el 7 de octubre, el mayor y más violento progromo desde el Holocausto. Mucha suerte a quienes pretendan convencer al primer ministro que suceda a Netanyahu que avance en esa dirección; si ya era difícil llegar a un acuerdo en el que sólo una de las partes creía, y cada vez menos, será imposible cuando no lo quiere nadie.

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