
Por una vez en la vida y sin que sirva de precedente Pedro Sánchez ha dicho la verdad: "La tolerancia del PSOE contra la corrupción es absoluta". La interpretación generalizada es que ha sufrido un lapsus, que lo que quería decir en realidad es que el PSOE no tolera la corrupción. Cierto que eso cuadra más con su patológica propensión a mentir hasta cuando no lo necesita. También puede ser que le haya traicionado el subconsciente. A saber lo que ocurre en el cerebro del presidente del Gobierno, que en pleno delirio febril ha proclamado que "la izquierda no es corrupta y la izquierda no roba".
Hay que entender que el hombre acababa de ser triturado por Núñez Feijóo, aunque lo de que la izquierda no roba era una respuesta a Gabriel Rufián, que se le había subido a la parra en estos términos: "Jure y perjure que no estamos ante la Gürtel del PSOE". Jure y perjure. Tal cual. Normal que a Sánchez le explotara la cabeza. Pero cómo le pueden pedir que haga una cosa y la contraria.
Peor ha sido lo de Yolanda Díaz. La vicepresidenta y sus ministros de Sumar, los famosos Urtasun, Bustinduy y Rego, se han saltado la sesión para no ser retratados junto al presidente y los ministros socialistas. Ojo, la señora Díaz, la misma que expulsó de la Izquierda Unida gallega a dos militantes que le contaron que tenía un asesor pederasta.
No ha sido la única que ha preferido que no le hagan la foto con Sánchez. Tampoco hay registro gráfico de la "cumbre" entre el presidente y Rufián, a quien le ha faltado tiempo para cascar que ha visto "tocado" a Sánchez y que "hay que aprovechar lo que quede de legislatura". Literal. Ahora mismo Sánchez es un "puching ball" que lo aguanta todo. Yolanda Díaz y los ministros de Sumar le desprecian en público. Hasta Rufián le ningunea y zarandea como a un guiñapo. Los de Podemos se niegan a reunirse con él. Es que no le tocan ni con un palo. Lo mismo que el BNG. Sánchez es tóxico. Sólo Bildu y Junts se han hecho la foto. En el caso de Junts posaron con el exjefe de Ábalos y Cerdán la portavoz Nogueras y Turull. Pero aunque pudiera, ni siquiera un golpista prófugo como Puigdemont se retrataría en estos momentos con Sánchez.
Pobre Sánchez. Cada vez está más solo. Quien tampoco estaba este miércoles en el Congreso, como los ministros de Sumar, era José Luis (contigo comenzó todo) Ábalos. Se debe estar recuperando de la fiesta del registro de su casa en Valencia, donde la Guardia Civil le sorprendió en compañía de Anaís, paseadora de perros.
Es un escándalo sideral agudizado por la enorme expectación ante la que se avecina. Ya nadie pone la mano en el fuego por nadie. El socialismo ha entrado en pánico. Se rumorea que hasta el Peugeot era robado. Dicen que es un chiste. Cualquiera sabe.