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Cayetano González

ETA y PNV miran y esperan a Cataluña

Lo más grave de todo esto es que este desafío soberanista coge a Rajoy y al PP sin un plan b y al PSOE absolutamente desarbolado.

Lo más grave de todo esto es que este desafío soberanista coge a Rajoy y al PP sin un plan b y al PSOE absolutamente desarbolado.

En los primeros días de enero de 2004 el entonces conseller en cap de la Generalitat y máximo dirigente de ERC, Josep-Lluís Carod Rovira, mantuvo una reunión secreta en Perpignan con los dirigentes de la banda terrorista ETA Mikel Antza y Josu Ternera. A las pocas semanas de su celebración, concretamente el 18 de febrero, ETA hizo público un comunicado en el que anunciaba una "tregua" sólo para Cataluña. Es decir, pensaba –como así hizo– seguir matando en el resto de España, pero no en Cataluña.

En su vomitivo comunicado, la banda terrorista decía, entre otras lindezas:

Euskal Herria y Cataluña son dos naciones oprimidas por los Estados español y francés, divididas territorialmente en bases (sic) a fronteras artificiales impuestas por la fuerza de las armas (…) Hoy en día, transcurridos 25 años, la crisis en la que se encuentra inmerso el marco político de la reforma española es más clara y profunda que nunca (…) Euskal Herria y Cataluña son las cuñas que están haciendo crujir el caduco entramado del marco institucional y político impuesto.

Y cerraba mandando

un saludo revolucionario a todos los independentistas catalanes.

Con la perspectiva que dan los diez años transcurridos, parece claro que lo que ETA hizo en Perpignan y luego selló con su tregua sólo para Cataluña fue pasar el testigo de la vanguardia de la lucha por la independencia a un partido político independentista, ERC, que entonces estaba en el Gobierno de la Generalitat, presidida por el socialista Maragall, y que ahora, sin estarlo formalmente, tiene cogido por salva sea la parte al presidente Artur Mas, dirigente de una coalición tres cuartas partes (Convergència Democràtica de Catalunya) independentista y una cuarta parte (Unió Democràtica de Catalunya) que no se sabe qué es. Una jugada perfecta.

De Estella a Perpignan

ETA había asumido en el 2004 que, merced a la política antiterrorista aplicada por los Gobiernos de Aznar, su derrota estaba muy cerca, lo que dificultaba seguir siendo la vanguardia en la lucha por la independencia del País Vasco. El último esfuerzo serio lo había hecho en 1998, en el Pacto de Estella con el PNV y EA, del que todos sus protagonistas salieron bastante escaldados. Por eso la banda terrorista se va de Estella a Perpignan. Y eso que no contaba ETA, en ese comienzo del 2004, con los inmensos balones de oxígeno que Zapatero le iba a proporcionar pocos meses más tarde, nada más llegar a La Moncloa, a través del proceso de negociación política que llevó a cabo el dirigente socialista con la banda terrorista.

Pero en el ánimo y en la decisión de ETA de dejar la vanguardia de la lucha independentista también influyó y mucho la derrota política que sufrió en febrero de 2005 en el Congreso de los Diputado el denominado Plan Ibarretxe, que la banda había ayudado a sacar adelante dos meses antes en el Parlamento vasco prestando los votos necesarios al PNV.

Casi diez años después, la ETA política que está en las Instituciones, EH-Bildu, acaba de proclamar la vía vasca para abordar un proceso "soberanista progresivo en Euskadi". En la presentación de este pasado fin de semana del documento de la citada vía vasca, EH-Bildu sacó pecho asegurando:

Euskal Herria tiene una oportunidad histórica de conseguir la soberanía gracias a la corriente creada por la situación política de Escocia y Cataluña y la caída de la adhesión a los estados español y francés entre los vascos.

Es decir, diez años después de aquella reunión en Perpignan y de la tregua sólo para Cataluña, habrá que reconocer, tristemente, que ETA tenía razón cuando aseguraba:

Euskal Herria y Cataluña son las cuñas que están haciendo crujir el caduco entramado del marco institucional y político impuesto.

El PNV juega a todas las cartas

Mientras tanto, la otra pata del nacionalismo vasco independentista, el PNV, ha optado en los últimos tiempos, entre sus dos almas históricas, la independentista y la mas pragmática del autonomismo, por esta última, porque después del desastre que fue el Plan Ibarretxe y de la experiencia de haber estado casi cuatro años en la oposición, merced al pacto PSE-PP que hizo lehendakari a Patxi López, no era cuestión de seguir jugando con las cosas de comer.

Esa versatilidad del PNV le permite, por ejemplo, firmar un pacto fiscal y económico con el PSE que garantiza a Urkullu el apoyo de los socialistas para aprobar los Presupuestos y al mismo tiempo mantener una ponencia de paz en el Parlamento Vasco en la que están sólo con EH-Bildu, con el fin de no molestar en exceso a su principal competidor electoral. Es decir, el PNV de siempre, que juega a todas las cartas.

Pero más temprano que tarde el PNV, que sigue teniendo en su frontispicio ideológico la independencia de Euskadi, tendrá que mojarse ante la presión a la que en ese terreno le someterá EH-Bildu. De momento, el compromiso de Urkullu es presentar el año que viene una propuesta de un nuevo estatus para Euskadi. Veremos en que términos se formula, pero que nadie piense que si la vía independentista en Cataluña avanza el PNV se va a quedar atrás. De momento, su posición es que sea CIU y ERC los que allanen el camino.

El PP no existe en el País Vasco ni en Cataluña

Lo más grave de todo esto es que este desafío soberanista coge a Rajoy y al PP sin un plan b y al PSOE absolutamente desarbolado, proponiendo la reforma de la Constitución para ir hacia un Estado federal como única alternativa.

Lo de Rajoy y el PP es todavía peor. En esta situación, al presidente del Gobierno lo único que se le ocurre es ofrecer por escrito a Mas un diálogo sin "fecha de caducidad", sin explicar para qué y de qué va a hablar con alguien que lo único que quiere es romper con España. Por otra parte, el PP en el País Vasco y en Cataluña es un partido que no existe, que no influye, que no es referente de nada ni de nadie, cuyos escuálidos escaños no sirven para hacer frente al nacionalismo, con unas líderes regionales que no dan la talla y que de seguir así ahondarán todavía más en su actual marginalidad política.

En esta tesitura, alguien en el PP puede pensar que siempre les quedará Margallo para decir tonterías, gracietas u ocurrencias que saquen la cara a los independentismos catalán y vasco. Efectivamente, esa es otra opción que, dado cómo está el PP, por dentro y por fuera, no es descartable que sea la que se vaya imponiendo.

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