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Cristina Losada

Artur Mas y la danza de guerra maorí

De aquí al 9 de noviembre se presagiarán tremendas borrascas, ciclones, huracanes y declaraciones unilaterales de independencia.

De aquí al 9 de noviembre se presagiarán tremendas borrascas, ciclones, huracanes y declaraciones unilaterales de independencia.

El día de la proclamación del Rey, el presidente de la autonomía catalana fue entrevistado por la periodista Christiane Amanpour, de la CNN. Desde lo alto de un edificio en Madrid, Artur Mas divisó para la cadena americana dos escenarios el 9 de noviembre. El primero, que ese día el Gobierno tolere la celebración del referéndum; el segundo, que en cuanto él firme el decreto de convocatoria el Gobierno recurra al Tribunal Constitucional y el TC suspenda la performance. Este último, dijo, es el "más negativo". Naturalmente, Mas no reveló qué hará ante ese negativo escenario. Prefiere pintar los negros nubarrones y confiar en su efecto atemorizador. ¡Josú, lo que va a pasar!

Todos los partidarios de que se permita celebrar un referéndum de autodeterminación en Cataluña lanzan advertencias agoreras. Con la autoridad que les presta su olfato, que hemos de tener por infalible, suelen decir que aquello no hay quien lo pare. ¡Es imparable!, exclaman. El subtexto es que nada se puede hacer para detener el proceso rupturista que puso en marcha Artur Mas; que ni siquiera depende de él y de su partido que se detenga. El aviso a navegantes es que no sólo será inútil intentar pararlo, sino que será peor. Y no se les pida mayor concreción. Lo que va a pasar mantiene su carácter amenazador cuando se deja en la indefinición y no se dice lo que se va a hacer. No sea que al despejar incertidumbres aparezcan en el cielo, en lugar de nubarrones, borreguitos.

De aquí al 9 de noviembre se presagiarán tremendas borrascas, ciclones, huracanes y declaraciones unilaterales de independencia. Ha de subir el tono de la intimidación, a ver si así, y para evitar imprecisos males mayores, ceden los que han cedido otras veces. Será un espectáculo equivalente, digamos, a la danza de guerra maorí, la haka, que el equipo nacional de rugby de Nueva Zelanda, los All Blacks, representa cada vez que va a jugar un partido. Los jugadores entonan un canto mientras golpean violentamente el suelo con los pies, sacan la lengua de forma protuberante, se dan fuertes palmadas en el cuerpo y miran ferozmente a sus adversarios. Dan mucho miedo, sí, pero luego pierden o ganan como cualquiera.

El día que se encuentre ante el escenario "más negativo", Mas afrontará un dilema muy poco positivo. Podrá sacar las urnas de cartón y ofrendarse como mártir ante los asamblearios congregados en la calle, o adelantar, las llame como las llame, unas elecciones autonómicas que corre el riesgo de perder. En la entrevista con la CNN, el presidente de Cataluña demostró que sabe inglés. Aún está por ver que sepa latín.

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