Es curioso pero le debió parecer más sonoro al aficionado medio. Convirtió la gente en general el "Venga Rafa, joder, me cago en mi madre" en un "Rafa, no me jodas" que invadió debates, programas de televisión y amenizó tertulias de bar en los meses siguientes a aquella noche en La Romareda. Se enfrentaban el Zaragoza de Víctor Fernández y el Barcelona de Bobby Robson. Fue un espléndido 3-5 que, sin embargo, quedó eclipsado por esa consulta de Mejuto González a su asistente Rafa Guerrero sobre el minuto 70 de partido.
El sentido de la expresión del árbitro asturiano es el mismo, es una expresión de sorpresa, casi de resignación hacia lo que le estaba comentando uno de los ayudantes. Rafa, al que conozco y es un encanto de persona, se equivocó aquel día. Transformó un leve empujón de Solana a Couto en agresión y penalty, y en el fragor de la batalla confundió, de paso, a Solana con Aguado y aconsejó al árbitro expulsar a éste último.
El caso es que el Barcelona, que perdía 3-2 por aquellos momentos, acabó ganando el partido, provocó que La Romareda se indignara con el arbitraje y acabó desdibujando un monumento de noche, con un choque épico. Popescu anotó el penalty, el Zaragoza se fue del partido y Luis Enrique y Ronaldo acabaron de concretar la goleada.
Antes de eso, en el recuerdo queda la increíble primera parte del Zaragoza con goles de Poyet y Gustavo López, el empate de Figo y del encuentro queda el golazo del argentino del Zaragoza en una maniobra que dejó a Couto sentado. El 3-1 parecía inamovible, es más, parecía que iban a llegar más goles del equipo local pero Ronaldo acortó distancias y entonces…llegó Mejuto y llegó Rafa.
De la jugada más famosa de los últimos 25 años nos queda el recuerdo de la primera vez que se utilizaban unos ventiladores con micro incorporado idea del genial Víctor Santamaría, realizador de Canal Plus, que estaba retransmitiendo el partido en directo. Lo curioso de todo es que ese sistema nos ayudó a escuchar nítidamente la conversación entre árbitro y asistente, pero valió para ese día. Fue el primero y el último que se utilizaron.
Contó Rafa Guerrero siempre que aquella jugada le marcó, pero se rehízo y que, años después mirándola con perspectiva, ha notado que Mejuto se evadió un poco de la acción. No dio la cara. Es cierto que el árbitro no vio nada porque la jugada le pilla de espaldas y toda la responsabilidad recayó en el asistente. Rafa no vio bien la acción, se equivocó, pero es muy loable lo que hizo porque él hubiera traicionado a su trabajo si no le hubiera contado a Mejuto lo que le pareció ver. En descarga de un pedazo de persona como Rafa decir que la jugada parece ser lo que el vio. Hay que contar con el estruendo de los aficionados, con el fragor de un partido en directo, con las pulsaciones altas.
El "Rafa, no me jodas" se expandió como la espuma aquel lunes siguiente y durante estos años. Una expresión que no fue tal, pero que ha superado a la original en una fantástica metáfora de lo que es, ahora mismo, la realidad, distorsionada al antojo de cada uno. Queda mejor, suena bien. Es un soniquete que nos acompañará a todos, siempre.