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EDITORIAL

Contra el Estado Islámico

La crisis económica que llevamos padeciendo desde 2007 nos ha hecho olvidar una de las mayores amenazas que sufre Occidente: el islamismo.

La crisis económica que llevamos padeciendo desde 2007 nos ha hecho olvidar una de las mayores amenazas que sufre Occidente: el islamismo. Olvidado incluso cuando se aborda el conflicto entre Israel y Hamás, ha tenido que ser de nuevo la brutalidad de estos fanáticos religiosos en Irak la que nos recuerde de nuevo que existe una fuerza, con apoyo dentro de los musulmanes que viven en Occidente, a quien le parece estupendo degollar y matar de sed a los niños y adultos que cometen la osadía de ser cristianos.

El Estado Islámico de Irak y el Levante ha declarado un califato que se extiende por un amplio territorio que comprende parte de Siria e Irak. Responsables de una parte considerable de la violencia en Irak tras la invasión estadounidense, las buenas artes del general Petraeus lo dejaron al borde de la desaparición, pero la guerra civil en Siria y la retirada completa de Irak ordenada por Obama les dio la oportunidad de renacer de sus cenizas.

Al margen de lo que cada uno piense de la decisión original de Bush de derrocar a Sadam Hussein por la fuerza e intentar que Irak se convirtiera en un país democrático, lo cierto es que una vez iniciada era una irresponsabilidad dejar el trabajo a la mitad. Desgraciadamente, fue justamente eso lo que decidió Obama que significaba la promesa de cambio que le llevó a la Casa Blanca. Desde que Estados Unidos retirara completamente sus tropas, Irak ha vuelto a descender por la misma espiral de odio y caos que Bush y Petraeus habían logrado detener tras años de lucha.

Es esa responsabilidad personal en su repentino auge lo que probablemente ha llevado a Obama a decidir intervenir militarmente contra el Estado Islámico en Irak cuando no lo ha hecho en Siria. No está claro que limitarse a los bombardeos aéreos sea suficiente para frenar su avance de ni vaya a evitar el genocidio que, ellos sí, están perpetrando en la región. Tampoco para la falta de una estrategia para la región. Pero al menos ofrece una esperanza y una ayuda para que los propios iraquíes se encarguen de hacerlo.

El Estado Islámico ha recibido numerosos apoyos en la región para su lucha contra el tirano sirio Al-Asad. Sin embargo, su rápida expansión ha llevado a los países vecinos, especialmente Irán, a una oposición frontal a un actor al que ven como una amenaza. Es posible, por tanto, que el califato no dure demasiado. Esperemos que al menos sirva para recordarnos a todos, pero especialmente a los musulmanes, el horror que supone el islamismo.

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